Polonia: la guerra de la patata
11 de julio de 2006El diario alternativo berlinés TAZ tiene una sección con el nombre "La verdad", una sección satírica en la que se le toma el pelo a todo el mundo. Bajo el título "Villanos que quieren dominar el mundo" se le han cargado las tintas ya a diversos jefes de Estado. El 26 de junio, la sección estuvo dedicada al presidente polaco, Lech Kaczynski, al que lo trató, entre otras cosas de "la nueva patata de Polonia".
El 3 de julio se iban a reunir la canciller federal de Alemania, Angela Merkel; el presidente de Francia, Jacques Chirac y Kacyznski en el marco de las consultas del "Triángulo de Weimar", fundado hace 15 años para estrechar la cooperación entre los tres países.
Kacyznski no acudió a la cita, cancelándola precipitadamente un par de días antes. Razón oficial: problemas de salud, pero sin siquiera dar a conocer la oficina de la Presidencia un boletín médico. En las capitales europeas pronto fue un secreto a voces que la tal "enfermedad" de Kaczynski se debía a la nota en el periódico alemán, fundado en su tiempo por la generación del 68 ("la fantasía al poder").
Seguramente se puede discutir acerca de si la sátira fue demasiado fuerte o no. Quien hace un poco de memoria recuerda, sin embargo, que hace algunos meses una revista polaca de gran circulación sacó en portada un montaje fotográfico con el por entonces canciller federal Schröder "en cuatro patas", sobre el que iba montada una política conservadora con traje nazi.
Se sabe cuando empieza, pero no cuando termina
Lo que no puede estar a discusión es la libertad de prensa y la libre expresión del pensamiento. Y eso parece ignorarlo el actual Gobierno de Polonia, que le exige al Gobierno alemán "castigar esos excesos".
Se sabe cuando un Gobierno comienza a "castigar los excesos", pero nunca se sabe dónde termina la historia. Por si fuera poco, excesos en la prensa no son casos para los Gobiernos, sino a lo sumo para la Justicia.
Por lo pronto, a Kacyzinski ya le empieza a cambiar el viento en su propio país. Todos los ocho ministros de exteriores de la Polonia poscomunista publicaron una carta abierta al Presidente, criticándolo por no haber acudido a la reunión del Triángulo de Weimar, ya que así ha "dañado los más elementales intereses de Polonia".
¿Hacia dónde van los ultraconservadores?
Para no dejar duda, el mítico Lech Walesa, ex líder del sindicato Solidaridad y ex presidente de Polonia, dijo que en sus tiempos como jefe de Estado, en caso de citas importantes, había recibido a sus interlocutores incluso "hasta en el lecho de enfermo".
Parece que en el caso de Kacyznski, el resentimiento histórico de los polacos contra Alemania, que dos generaciones atrás arrasó el país, se ha transformado en el ínterin en un rechazo a Europa. ¿Hacia dónde quiere llevar el actual Gobierno ultraconservador de Polonia al país? ¿Hacia Rusia?
Eso sería seguramente un mal chiste. Parece que los Kaczynski (Lech ha designado a su hermano entretanto como primer ministro) apuestan por una autarquía polaca y que, en caso de problemas, basta con el teléfono blanco con Washington.
Más inteligentes que sus gobiernos
Por suerte, los polacos son más inteligentes que sus gobiernos. Luego del colapso del comunismo votaron a los conservadores y liberales, para sacarse de encima a los comunistas. Más tarde votaron a la izquierda, porque confiaban más en los poscomunistas para llevar a Polonia a la Unión Europea.
El dúo Kacyynski llegó al poder porque el país sufre bajo una corrupción galopante, en parte debida a las "viejas amistades" de tiempos del comunismo. Pero en cuanto la población se dé cuenta de que los Kaczynski no persiguen tanto a la mafia como a la democracia y la liberalidad, se los sacarán rápidamente de encima.
Los polacos, el pueblo más cosmopolita de Europa, saben muy bien que su futuro está en el Viejo Continente y en Occidente. Ya ahora, las encuestas reflejan "espanto y rechazo a la política de los dos hermanos", según medios locales. Los Kaczyinski no serían los primeros políticos en la Varsovia poscomunista en ascender como un cohete, bajar más rápidamente aún y perderse en el olvido.