Pobres, pero corruptos
8 de diciembre de 2006El cuadro es casi siempre el mismo. Los países coleros en los índices de bienestar, lideran las listas cuando de corrupción se trata. Lo que no quiere decir que en los países industrializados no padezcan del mismo mal. Alemania, el primer país exportador del mundo, ocupa “apenas”, con 8 puntos sobre 10, el puesto 16 en el “ranking” de transparencia comercial y administrativa que puntean Finlandia, Islandia y Nueva Zelanda con 9,6 puntos. Incluso Hong Kong supera hoy día a Alemania, pero también Australia, Holanda y Canadá, entre otros.
Grandes casos de corrupción han salido a flote durante los últimos doce meses en Alemania. Justamente los tradicionales consorcios como Volkswagen y Siemens que otrora ayudaron a construir la imagen de una Alemania potente, honesta y casi infalible, están enredados en escándalos de corrupción y malversación de fondos en los que están involucrados tanto altos ejecutivos como dirigentes sindicales.
Corrupción es la trampa para los pobres
Pero mientras la corrupción en Alemania “sólo” afecta la imagen y las arcas de algunas empresas, en otras partes se convierte en “la trampa de la pobreza para millones de personas”, dice Huguette Labelle, presidenta de Transparencia Internacional, con sede en Berlín.
El Índice de Transparencia Internacional 2006, ITI, muestra empero que ha habido ciertos progresos, gracias a la creciente y mejor legislación, aunque el mal sigue imperando como un cáncer que arruina a muchas sociedades.
Casi tres terceras partes de los países investigados para el actual ITI, incluidos todos los países africanos, con dos excepciones, no reciben menos de 5 puntos en la escala de 10. Peor aún, 71 países, casi la mitad de los evaluados, obtuvieron menos de 3 puntos.
Conclusión: la corrupción domina en la mayoría de los países del planeta. En todos estos países el acontecer diario está acompañado de la tradicional mordida, la malversación de fondos públicos, el lavado de dinero, el enriquecimiento ilícito, la evasión de impuestos, el tráfico de influencias y privilegios, la venta de promesas electorales y el incumplimiento de acuerdos.
Pobres pero corruptos
Haití, Guinea, Irak y Myanmar son los cuatro países más corruptos del mundo, según el ITI 2006. Pero hay otros países, que aunque menos corruptos, han desmejorado sus antiguos niveles de transparencia como Estados Unidos y su rival y vecino caribeño Cuba, por ejemplo. También en Brasil e Israel la lucha contra la corrupción es cada vez más dura.
Merecido es mencionar que Irak, ahora catalogado como un “Estado fallido”, cayó al penúltimo puesto, entre otros, porque no existen datos confiables de antes de la guerra.
Perno no todo va mal en la lucha contra la corrupción. Entre los que han mejorado sus posiciones en la tabla de los más transparentes se encuentran Colombia, Paraguay, Uruguay, Turquía y la India, por ejemplo.
¡Corruptos de todos los pueblos, bienvenidos!
Pero los corruptos del Sur no podrían hacer tanto daño si no contaran con los corruptos del Norte. Hay países europeos que viven, en buena parte, del dinero robado a los contribuyentes de otros países. Suiza, Luxemburgo, Bélgica, Austria y los “micro estados” Andorra, Mónaco, San Marino y Liechtenstein, son sindicados de mantener un sistema bancario que permite la entrada de fortunas mal habidas producto del robo continuado de patrimonios nacionales de países enteros.
Una radiografía del problema presenta el investigador Jean Ziegler en el libro “Suiza lava más blanco”. El principal argumento de las fiscalías de estos países es que en sus países la evasión de capital perteneciente a otros no es punible.
En caso africano de Anglo Leasing en Kenia, que con ayuda de bancos europeos y empresas fantasma desfalcó inmensas sumas al Estado es aberrante, toda vez que, según John Githongo, el Zar anticorrupción keniano, mientras el soborno le ocasiona al país pérdidas anuales de alrededor de mil millones de dólares, más de la mitad de los ciudadanos tiene que sobrevivir con sólo un dólar al día.
¿Quién puede tirar la primera piedra?
Cierto es también, por último, que sin la ayuda de emergentes y pobres corruptos, las elites igualmente corruptas, no pudieran desocupar las cajas nacionales de la salud, la educación y la cultura, mantener y multiplicar sus riquezas y transferirlas a los bancos extranjeros. Lo que recuerda que la corrupción o la honestidad empiezan o terminan en casa.