Poblaciones indígenas tocan a la puerta de Bruselas
22 de marzo de 2019"Estamos en peligro”, dice a DW Fernanda Jófej, abogada asesora de las organizaciones indígenas del Brasil. Jófej misma proviene de la nación Kaingáng. "Se trata de los territorios. El gobierno de Jair Bolsonaro ha sacado el asunto de la Fundación Nacional del Indio y lo ha pasado al Ministerio de Agricultura. Este está formado por personas a quienes no les gustan los indígenas y que han amenazado los territorios históricamente”, agrega.
Por eso, y dado que entre Brasil y la Unión Europea (UE) existe una asociación estratégica, que en juego está el Acuerdo de París, y que hay una negociación en curso con los países del Mercosur, representantes de las nacionalidades indígenas brasileñas están tocando a las puertas de las instituciones europeas.
Directivas europeas
El tema de los indígenas no es ajeno a ninguna de las instituciones de la UE. La Comisión, -el ejecutivo comunitario- cuenta con una directiva que reconoce y apoya la protección de las nacionalidades indígenas de todo el mundo. El Parlamento Europeo, en julio de 2018, aprobó una resolución que insiste en la protección de sus territorios y en el respeto a la consulta previa por parte de los gobiernos.
La preocupación de los pueblos indígenas brasileños ya había encontrado eco en el Parlamento Europeo este mismo año. Después de los anuncios del recién asumido presidente Bolsonaro, una carta firmada por eurodiputados hizo llegar a la comisaria europea de Comercio, Cecilia Malström, su preocupación por la paralización de la reforma agraria, que dejará a 4,5 millones de pequeños campesinos sin acceso a la tierra.
En la carta se expresó también la inquietud por la transferencia de la gerencia de los territorios indígenas al ministerio de Agricultura. El anuncio de que la frontera agropecuaria se ampliaría hizo poner el grito en el cielo a todos los que quieren tomar en serio la implementación del Acuerdo de París.
Preservación de territorios indígenas y cambio climático
"Vemos todo esto con gran preocupación. Hasta ahora hemos trabajado conjuntamente con el gobierno para avanzar en los tratados de cambio climático. Insistimos en que la preservación de los territorios indígenas tiene directamente que ver con la lucha contra el cambio climático. La Amazonía ha sido deforestada históricamente. En las tierras indígenas la deforestación es menor por el trabajo que hacemos nosotros. Desde el 2017 ha aumentado en un 50% la deforestación en la Amazonía”, señala Joféj.
Por otro lado, existe una propuesta de parcelar los territorios demarcados, haciendo posible su venta individualmente."Esta propuesta es inconstitucional. Esas tierras, en Brasil, jurídicamente, son de la federación. Podemos estar en la tierra, utilizarla, sacar usufructo de ella, pero no podemos venderla. Esas tierras son colectivas”, sigue Jojéf, que lleva más de diez años trabajando con la ONU en la protección de la propiedad intelectual de los conocimientos indígenas.
La parcelación de esos territorios haría más fácil su consiguientes compra-ventas. Y el acceso al subsuelo y su transformación en terrenos agropecuarios.
"El avance de la frontera agropecuaria es sinónimo del avance de la frontera de destrucción de la biodiversidad y de nuestras culturas en aras de un supuesto progreso económico”, dice a DW, por su parte, Daiara Tukano, investigadora de la Universidad de Brasilia. Tukano proviene de la nación amazónica del mismo nombre en la región fronteriza de Colombia, Venezuela y Brasil.
"Por eso, hace dos años, desde la APIB (Articulación de los pueblos indígenas de Brasil) lanzamos una campaña para hacer un boicot a los productos del agribusiness del Brasil. Es el grupo económico que más nos violenta. Invaden nuestros territorios. Nos matan a balas, queman la selva, deforestan, trabajan en el congreso nacional para acabar con nuestros derechos. Como ellos sólo entienden de dinero, hay que cogerlos por el bolsillo”, subraya Tukano. Las esperanzas están puestas en los mecanismos instititucionales, pero también en el consumidor.
"Estamos de gira para llevar ese mensaje”, apunta Tukano, también artista gráfica. "Nuestra relación con la naturaleza permite que exista la biodiversidad. Vivimos en el 60% de los últimos territorios preservados del planeta. Si a pesar de todo seguimos existiendo, es que somos la prueba de que es posible pensar diferente y relacionarse de otra manera con el mundo”, subraya.
"Las amenazas y las decisiones de Jair Bolsonaro son preocupantes, efectivamente”, sostiene ante DW el eurodiputado Xabier Benito, vicepresidente de la Delegación para las relaciones con los países del Mercosur. ¿Qué se puede hacer? "Hemos propuesto una resolución por los derechos humanos en Brasil que no ha salido adelante. A nivel europeo sí se pueden tomar algunas medidas para protegerlos: la primera sería no seguir negociando o intentar revivir el acuerdo de comercio con el Mercosur”, concluye Benito.
(cp)
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