¿Pista de despegue libre de pájaros... conejos?
6 de junio de 2010Quien quiera saber cuán peligrosa puede ser la colisión entre pájaros y aviones, debe recordar el aterrizaje forzoso de un jet de pasajeros sobre el río Hudson, a principios de 2009, en Nueva York: una nube de gansos se estrelló con las turbinas destruyendo las aspas y el mecanismo. Pero no todas las colisiones tienen un final feliz como en el del Hudson. De ahí que todos los grandes aeropuertos como Nueva York, Vancouver, Tel Aviv, Hearthrow o Frankfurt dispongan de un equipo especializado para el control de aves.
En inglés, el idioma de la aeronavegación internacional, se les conoce como “Bird Control Team”: especialistas que deben evitar las colisiones con pájaros, gracias a la gestión de biotopos y pistolas especiales para espantar a las aves sin matarlas.
Gestión “anti-aves” del paisaje
Achim Hopp y Helmut Eiserfey pertenecen al Equipo de Control de Aves del aeropuerto de Colonia-Bonn (CGN). Su misión: evitar colisiones a toda costa. “Este tipo de colisiones provoca la caída de aeronaves en todo el mundo: los motores quedan fuera de servicio. No es un gran problema si sólo uno de los dos motores se avería. Pero si se averían ambos el problema es grave porque ese avión caerá”, explica Achim Hopp, ingeniero de ordenación paisajística.
Hopp es el encargado de control de colisiones con aves en el aeropuerto Colonia-Bonn, desde hace más de diez años. Básicamente se ocupa de evaluar estadísticas y controlar el Sistema de Gestión de Seguridad. El objetivo: desarrollar medidas que eviten las colisiones. A más de 10.000 ascienden los accidentes entre aviones y aves reportados anualmente en el mundo. La mayoría se produce durante despegues o aterrizajes.
“El 80 por ciento de las colisiones ocurre por debajo de los 1.000 pies (unos 300 metros) de altura. Eso no puede evitarse, por supuesto, pues no hay espacios estériles en la naturaleza. Los pájaros, sencillamente, están ahí. Nosotros sólo podemos idear las pistas de aterrizaje de modo que las aves no se sientan a gusto en ellas”, aclara Hopp.
Como parte de la gestión de biotopos, la vegetación circundante sólo se corta una vez al año - con excepción, por supuesto, de las pistas de despegue y aterrizaje. La hierba de unos 30 centímetros de alto dificulta la búsqueda de alimento, lo que les hace evitar estos lugares. Unas 30 colisiones se producen anualmente en el aeropuerto de Colonia-Bonn, pese a todas las medidas. Pero la cifra no es alta si se la compara internacionalmente.
Colisiones en Colonia-Bonn han pasado inadvertidas
Helmut Eiserfey se pasea con su camioneta unas 6 horas al día para evitarlos. Hasta el aeropuerto no llegan sólo las aves de paso, que sobrevuelan la zona unas dos veces al año, sino también aves típicas de la región como águilas ratoneras, cernícalos o lechuzas.
Eiserfey, cazador profesional, recorre a diario las aproximadamente 1.000 hectáreas de terreno aeroportuario, equipado con un catalejo y una escopeta de perdigones. Con métodos pirotécnicos espanta las manadas de aves. Los disparos se reservan para casos excepcionales.
También los excrementos de ave dañan la pintura de los aviones. Por eso Eisefey y Hopp, cazador e ingeniero de paisajes, andan a la caza de estas señales. Para ahuyentar a los pájaros de cualquier sitio que pudiera servirles como nido, tanto en el interior como en el exterior de los edificios del aeropuerto, se colocan piezas de metal con agujas en el tope. Pero, contra todas las medidas de seguridad, siempre algún pájaro termina atorándose en una turbina.
Desarrollo tecnológico: desventaja para las aves
“Los aviones son cada vez más silenciosos”, dice Hopp, para quien estos accidentes están conectados también con el avance tecnológico. “La capacidad de succión es también cada vez mayor. Así que los pájaros tienen una pequeña desventaja, porque sencillamente perciben a los aviones demasiado tarde. Las aves más viejas, las que viven aquí desde hace mucho, lo saben. Los pájaros más jóvenes son lo que tienen el mayor riesgo”, explica.
A menudo, los controladores ponen los nidos a salvo con ayuda de los bomberos. Pero también otros animales como los conejos hacen peligrar la seguridad del aeropuerto, situado directamente junto al territorio protegido de Wahner Heide. Sus excavaciones bajo las pistas de despegue y aterrizaje desestabilizan el suelo. Los aviones podrían atascarse o, en caso extremo, un hueco cavado por un conejo en una pista de despegue o aterrizaje puede causar una catástrofe.
Ojos y más ojos
Para controlar a los roedores, Eiserfey y Hopp emplean hurones criados aquí por ellos mismos. “En otoño e invierno tenemos que perseguir intensamente a los conejos, para que no se reproduzcan demasiado y no lleguen a construir grandes túneles bajo las pistas”, cuenta Eiserfey. “Los hurones entran a las excavaciones y ahuyentan a los conejos”, dice. Así, las excavaciones pueden rellenarse con gravilla. Los conejos son sacrificados o trasladados hacia otros hábitats.
Eiserfey y Hopp deben estar disponibles también los fines de semana. Su trabajo se rige por los ciclos de migración e incubación de las aves y demás animales bajo control. Nunca se tienen suficientes ojos, asegura Hemult Eiserfey mientras arranca con su camioneta: acaba de descubrir nuevos nidos.
Autor: Leyla Winther / Rosa Muñoz Lima
Editor: José Ospina Valencia