¿Crisis de los sindicatos alemanes?
30 de abril de 2010El 14 de julio de 1889 un Congreso Internacional de Trabajadores lo decidió en París. Los trabajadores deberían salir a las calles a exigir la jornada de 8 horas. Y como la Unión de Obreros de los Estados Unidos ya había anunciado una manifestación para el 1° de mayo de 1890, se asumió esa fecha.
Desde entonces, el primer día de mayo se convirtió en el del movimiento obrero internacional. Sin embargo, muy pronto la significación original cambió su signo. En Alemania los nacionalsocialistas declararon el día oficialmente festivo y lo aprovecharon para celebrar demostraciones masivas con fines propagandísticos, mientras los sindicalistas desaparecían en prisiones y campos de concentración. También los estados del bloque socialista redefinieron el Día de los Trabajadores: marchas de militares con tanques y cohetes relegaron a los trabajados a simples seguidores del Estado y el Partido.
Este año en Alemania: ¿menos trabajadores?
Para el 1° de mayo de 2010 la Unión de Sindicatos Alemanes (DGB) ha elegido su lema, que puede traducirse como “nosotros vamos delante” o “nosotros vamos primero”. El enfrentamiento a la crisis debe estar en el centro de las demostraciones, pues “la crisis no ha pasado”, advierte el llamamiento del DGB.
Sindicatos y Comités de Empresas –proclama la convocatoria– han contribuido decisivamente a contener el alza del desempleo. Los sindicatos lucharon por jornadas reducidas de trabajo, convenios colectivos para asegurar la ocupación, programas de coyuntura y la prima por desguace (para apoyar la compra de autos). Ahora ha llegado el momento de asegurar los puestos de trabajo y estabilizar las empresas. Quienes provocaron la crisis deberían apoyar el financiamiento de sus consecuencias y promover más empleo, educación y seguridad social –afirma el llamamiento al 1° de mayo.
Estos reclamos, sin embargo, tienen el apoyo de una membresía cada vez más reducida. A los sindicatos les va en Alemania como a la Iglesia (especialmente tras los escándalos de pedofilia), o como a las tradicionales asociaciones de deportistas aficionados: los miembros se reducen, faltan nuevas generaciones, las mujeres están débilmente representadas. En 1990, cuando se disolvió la entonces Unión Libre de Sindicatos Alemanes de la antigua Alemania Oriental (FDGB) y sus miembros ingresaron a la DGB, la organización alcanzó los 11 millones de miembros. En 2001 eran apenas 6,3 millones.
Crisis internacional: menos dinero
Hasta ahora, tampoco puede hablarse de una afluencia de trabajadores hacia la organización de sindicatos a causa de la crisis. La única consecuencia visible es la reducción de sus fuentes de financiamiento, a pesar de que las empresas alemanas despidieron a relativamente pocos trabajadores, en comparación con otros países de la región.
Con las jornadas reducidas se redujeron también las cuotas de los afiliados. De ahí que el Sindicato de Trabajadores de la Industria del Metal (IG Metall), con 2,3 millones de miembros, cuente para este año con una reducción de sus ingresos de 441 a 428 millones de euros (de 585 a 566 millones de dólares). Berthold Huber, jefe de IG Metall, no oculta las debilidades de su sindicato: “No hemos entrado en sectores emergentes como la industria solar, entre desarrolladores e ingenieros tenemos una baja representación”.
No obstante, la DGB y los 8 sindicatos que agrupa no desperdiciarán oportunidad de sacar algún provecho de la crisis. Continuarán peleando contra bajos salarios y condiciones precarias de trabajo y exigiendo la regulación de salarios mínimos, pues –así dice el llamamiento del DGB al 1° de mayo– “un gobierno, que permite salarios precarios, no sólo renuncia al ingreso por concepto de impuestos, sino que subvenciona innecesariamente a las empresas y atenta contra la dignidad del Trabajo”.
Autor: Rolf Wenkel /RML
Editor: Luna Bolívar Manaut