Periodistas en la mira
13 de febrero de 2018La periodista de investigación mexicana Ana Lilia Pérez describió hace poco para DW su experiencia como comunicadora en "uno de los países más mortíferos para periodistas", bajo la constante amenaza de carteles del narcotráfico y funcionarios corruptos que buscan silenciar las opiniones críticas a cualquier precio.
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El caso de Pérez demuestra que el peligro de muerte para los periodistas no existe solo en países en guerra, como Afganistán, Siria o Irak. La reportera se sumó en 2012 a colegas de esas naciones en un exilio temporal en Alemania por "amenazas, agresión y persecución" a raíz de su trabajo.
Para Christian Mihr, de Reporteros sin Fronteras, lo que Siria y México tienen en común es el problema general de la "descomposición del Estado". En varias partes de México no se nota ya la presencia del Estado y, según explica Mihr, "el crimen organizado ha tomado el control y los programas de protección al periodista no funcionan, por la misma corrupción de los funcionarios públicos". En Siria las instituciones del Estado tampoco funcionan a causa de la actual guerra civil.
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Todo tipo de agresiones
En algunos países, los periodistas pueden sufrir agresiones por las razones más simples. Priviledge Musvanhiri, periodista de Zimbabue, cuenta a DW que en 2014 recibió una golpiza de policías de tránsito por haber tomado una foto de ellos en medio de una disputa con ciudadanos dentro de un autobús. "A pesar de saber que yo era un periodista acreditado, me atacaron con garrotes", dijo Musvanhiri.
No es solo en países como Zimbabue, u otros como China, Irán y Rusia, donde la libertad de prensa se ve amenazada, también en la UE, en países como Polonia o Hungría, los periodistas han sido presionados. La organización Reporteros sin Fronteras (RSF) ha advertido sobre ciertas medidas que los gobiernos conservadores de estos países han implementado para aumentar su control sobre los medios, incluyendo los medios privados.
Periodistas como rehenes políticos
Turquía es el ejemplo actual de un país donde la prensa libre e independiente no está garantizada. Tras el golpe de Estado de 2016, el gobierno de Recep Tayyip Erdogan se ha ensañado contra la prensa. RSF reporta que más de 150 periodistas han sido arrestados y unos 150 medios de comunicación han sido cerrados.
En particular, el encarcelamiento del periodista alemán Deniz Yücel en Turquía ha tenido consecuencias a nivel bilateral. Acusado de diseminar "propaganda terrorista", Yücel fue arrestado justamente cuando reportaba sobre las restricciones de libertad de expresión en el país. Pero muchos ven al periodista alemán también como un rehén político de Erdogan.
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Periodistas como "amenaza a la seguridad nacional"
Mihr indica que la situación de Yücel se ha visto en otras partes. Por ejemplo, el reportero estadounidense Jason Rezian, del diario "Washington Post", pasó 18 meses en una prisión iraní como "rehén político", según Mihr.
Estos casos demuestran cómo los gobiernos anti-democráticos y las dictaduras merman las libertades de sus ciudadanos. La estrategia siempre es la misma. El gobierno cataloga un reporte crítico como "amenaza a la seguridad nacional" o como "propaganda terrorista", arresta al periodista responsable y luego utiliza su libertad para negociar políticamente, ya sea con otros países (el caso de Turquía) o con la misma prensa.
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Esta estrategia es fulminante para el periodismo y logra impedir que éste pueda ejercer su función de supervisar, descubrir y denunciar las injusticias y los excesos del gobierno y sus integrantes.
Peor aún, Mihr asegura que casos como el de Deniz Yücel tienen también consecuencias negativas para la población. Estos intentos de reprimir la libertad de los periodistas le da a entender al ciudadano común que cualquier persona, hasta ellos mismos, puede ser castigada y que, al fin y al cabo, toda la sociedad está en la mira.
Ralf Bosen (JCG/VT)
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