¡Per favore!
2 de julio de 2003Silvio Berlusconi no defraudó las expectativas de sus detractores. No fueron las críticas a su estilo, ni la pancarta exhibida por un grupo de parlamentarios verdes reclamando igualdad para todos ante la ley, lo que alteró el orden y la tranquilidad en la sala del Parlamento Europeo, durante su presentación como nuevo presidente de turno de la Unión Europea. Fiel a su habilidad para llamar la atención y a sus aptitudes histriónicas, fue el propio primer ministro italiano el que se encargó de desatar un escándalo, con un comentario irónico de dudoso gusto.
Protesta alemana
Sus dardos verbales apuntaron contra el eurodiputado alemán Martin Schultz, vicepresidente de la bancada socialdemócrata, quien había hablado del "virus del conflicto de intereses", refiriéndose a la política romana. "En Italia se está rodando actualmente una película sobre un campo de concentración nazi. Yo lo propondría para el papel del jefe. Ud. sería perfecto para él", dijo Berlusconi a Schulz, quien se negó a proseguir semejante discusión, "por respeto a las víctimas del nazismo".
Los aplausos se los llevó, desde luego, el agredido eurodiputado alemán. En Berlín, el gobierno reaccionó citando al embajador italiano para protestar por las palabras de Berlusconi, que calificó de "inaceptables". La polémica da indicios de que los seis meses de presidencia de Italia corren el riesgo de ser turbulentos. Y ello puede resultar bastante perjudicial si la discusión se queda en la anécdota, relegando al segundo plano las materias de fondo.
El programa italiano
Así ocurrió, por lo pronto, este miércoles, en que la atención debió haberse centrado en la presentación del programa italiano para el próximo semestre. En este punto Berlusconi sí cosechó nutridos aplausos de la eurocámara, al delinear su objetivo de forjar una Europa de peso en el ámbito internacional. Según subrayó, ello no se contrapone en absoluto a la "solidaridad transatlántica", que se propone fomentar inyectando una nueva dinámica de diálogo y confianza a las relaciones entre Europa y Estados Unidos.
Entre las tareas de este período, destacó la de consumar el acuerdo en torno a la futura Constitución de la Unión Europea. Al mismo tiempo, subrayó la importancia de "reaccionar cotidianamente a las legítimas expectativas de la ciudadanía". En este contexto, puntualizó que también debe ser fortalecida la potencia económica del continente, mediante inversiones públicas y privadas. Su visión apunta al fomento activo del crecimiento, recurriendo también a créditos, pero sin poner en peligro la estabilidad monetaria. Son intenciones que un político dinámico como Berlusconi podría llevar a buen puerto, siempre que se dedique a buscar consensos y domine su temperamental oratoria, a diferencia de lo ocurrido hoy.