Película de gángsters enciende los ánimos en Alemania
18 de abril de 2008
Para unos es una muestra del nuevo cine alemán, joven y atrevido, para otros es una espeluznante glorificación de la violencia. Unos lo elogian por su autenticidad, otros lo critican diciendo que eso es lo que le falta. El joven director de origen turco Özgür Yildirim llevó a la pantalla grande una película de gángsters que no es precisamente el típico cine alemán y tal vez por eso vale la pena.
El actor Moritz Bleibtreu (Corre Lola, Corre, 1998 y El Experimento, 2001), da una muestra más de versatilidad al asumir el papel de un asqueroso productor de música llamado Brownie, que detrás de bambalinas se dedica al contrabando de drogas en los bajos fondos de Hamburgo. De vender marihuana se convierte en un sanguinario traficante de cocaína que no tiene a su clan bajo control.
Respeto en las calles de Hamburgo
De esto se percata el joven Chiko, interpretado por el actor Denis Moschitto, que logra infiltrarse hasta el núcleo duro del clan y se impone en el negocio con una mezcla de ambición y falta de escrúpulos. Chiko lo quiere todo, pero sobre todo, tiene una gran necesidad de respeto. El significado del respeto y el medio de pago con el que se demuestra –chicas, dinero y drogas- son la constante reflexión de la cinta.
Chiko y sus dos amigos Tibet y Curly son los típicos turcos en Alemania que recurren siempre a la provocación, les gustan los coches deportivos y andar fanfarroneando con frases fulminantes. Pero también conocen el lado amargo de la vida. La madre de Tibet, que padece insuficiencia renal, es un vínculo a otra realidad cotidiana.
Al filo de la navaja
Los jóvenes se mueven al margen de la ley y están siempre en el filo de la navaja. La cinta también muestra las contradicciones de esta comunidad de inmigrantes. Por un lado, la ostentosa residencia de Brownie y por otro, el salón de té en donde los hombres turcos rezan y se solidarizan entre ellos. En la cinta hay una mujer, es la fulgurante y controvertida estrella del rap alemán, Lady Bitch Ray, de origen turco, que hace el papel de una prostituta que vive y trabaja cerca de donde Chiko y sus amigos venden droga. Del primer contacto y sucesivos y fugaces encuentros, nace el amor.
La película explota un típico cliché étnico y lo hace con dureza. Denis Moschitto, hijo de turca e italiano, es un joven crecido en un barrio proletario en los suburbios de Colonia, que dice haberse salvado de puro milagro de pertenecer a esos clanes marginales y violentos. “Quien no tiene oportunidad de ascender socialmente a través del camino normal, lo intenta a través de la violencia y el crimen”, dice.