Pérez Abad, ¿la esperanza del empresariado venezolano?
19 de febrero de 2016En Venezuela, el cambio en la jefatura de la Vicepresidencia de Economía Productiva aún no ha sido digerido del todo por los sectores bajo su injerencia. El hecho de que el sociólogo Luis Salas haya soltado el timón de esa instancia –tras pocas semanas de gestión– y de que el mandatario nacional, Nicolás Maduro, haya nombrado como sucesor al ingeniero Miguel Pérez Abad (16.2.2016) ha sido percibido por algunos voceros del ámbito industrial como un gesto de acercamiento del Ejecutivo, pero también como evidencia de improvisación.
A juicio de Francisco Martínez, presidente de Fedecámaras, la principal patronal de ese país caribeño, esta designación puede derivar en “sorpresas positivas” porque, al contrario de Salas, Pérez Abad sí conoce “la importancia del sector privado”. Salas, un profesor universitario de 39 años sin experiencia en la burocracia estatal, fue criticado duramente por sostener que “la inflación no existe en la vida real” en un texto de su autoría publicado en 2015 y titulado 22 claves para entender y combatir la guerra económica.
Pérez Abad, líder gremial de la pequeña y mediana industria, ya se había reunido con representantes del empresariado en las últimas semanas. El 11 de enero, cuando todavía era sólo ministro de Industria y Comercio, prometió brindarles “facilidades” a los productores locales para reducir la dependencia de las importaciones y poner coto al desabastecimiento. El chavista de 53 años es el enlace del Gobierno con los empresarios desde abril de 2015, cuando Maduro rechazó “cualquier tipo de diálogo con Fedecámaras”.
¿Tino o improvisación?
Aunque cabe intuir que un segmento de la industria venezolana ha tenido una buena comunicación con Pérez Abad hasta ahora –o por lo menos le ha concedido el beneficio de la duda–, otras voces niegan que haya motivos para depositar más esperanzas en él que en Salas. “No hay ninguna razón. Es más de lo mismo”, dijo Miguel Ángel Santos, del Centro para el Desarrollo Internacional de la Universidad de Harvard, a DW. “Es obvia tanto la descoordinación como la presión que hay sobre el Ejecutivo”, escribió en Twitter Henkel García, director de la firma de consultoría Econométrica.
El pasado 26 de enero, el presidente de Fedecámaras aseguró que, de tomarse las “medidas adecuadas” a corto plazo, Venezuela podría recuperarse de la escasez de productos elementales que la aflige; Martínez hablaba de la necesidad de hacer ajustes macroeconómicos que incluyeran la revisión del régimen cambiario y la eliminación de los controles de precios que, en sus palabras, “tienen secuestrada la rentabilidad de las empresas” locales. Pero, ¿será Pérez Abad quien persuada a Maduro de implementar esas reformas?
Pérez Abad defiende el decreto de emergencia económica de Maduro, que atribuye la severa crisis nacional a una “guerra económica” orquestada por el empresariado, un contingente al que él mismo pertenece. De ahí que observadores del acontecer venezolano como Alejandro Márquez, de la Universidad Libre de Berlín, consideren otras posibles causas para la salida de Salas y el ascenso de Pérez Abad, distintas de la teoría sobre el deseo de Maduro de aproximarse a la clase industrial.
La salida de Luis Salas
“Se dice que Salas ‘se separó de su cargo’ por razones familiares, pero, tomando en cuenta que esa ‘dimisión’ ocurrió poco antes de que el Ejecutivo de Maduro anunciara sus medidas económicas (17.2.2016), cabe sopesar que Salas se haya pronunciado en contra de esa moción”, cuenta Márquez. “Por otro lado, según información que se fugó de un Consejo de Ministros, Salas recomendó que Venezuela se declarara en default”, agrega el investigador de Berlín, aunque el propio Salas esgrimió públicamente lo contrario el 16 de enero.
Márquez explica que están por vencerse pagos de diferentes bonos de la deuda –tanto de la República de Venezuela como de la compañía petrolera estatal PDVSA– valorados en casi 10.000 millones de dólares; una suma que compromete más de la mitad de las reservas del país. A sus ojos, el planteamiento del default, adjudicado a Salas, no extrañaría porque el sociólogo está alineado con el chavismo más dogmático y esa propuesta sería la más radical que se puede hacer en el marco de un proceso revolucionario.
“Lo que Salas supuestamente planteó fue que Venezuela no debería entregar un dinero que no tiene. Pero si el Gobierno de Maduro hubiera seguido esa senda, habría terminado reproduciendo, a escala venezolana, la crisis de la convertibilidad argentina de hace tres lustros”, señala el experto, acotando que las personalidades más pragmáticas del nuevo Gabinete económico de Maduro –entre las cuales se encuentra Pérez Abad– habrían advertido sobre los riesgos asociados a una declaración de default.
“Un Estado no puede declararse en quiebra, pero si se llegara a declarar un default de los bonos de PDVSA, se correría el peligro de que los acreedores embargaran los activos de la empresa petrolera en el extranjero, como los de su filial en Estados Unidos, CITGO. Y Maduro no quiere tener ese tipo de problemas; él prefiere acumular grandes deudas con el sector industrial y empresarial venezolano –como las que tiene con el ámbito farmacéutico– que incumplir sus compromisos con los acreedores internacionales”, asegura Márquez.