OXFAM: explotación sexual y organizaciones humanitarias
16 de febrero de 2018La ayuda humanitaria es supuestamente una labor que efectúa gente desinteresada que apoya a los más necesitados. Pero el altruismo es un mito. El que ayuda también tiene poder y a veces abusa.
Tras el devastador terremoto de 2010 en Haití, los cooperantes de la organización no gubernamental OXFAM, que se encontraban en el país para apoyar a la población, contrataron los servicios de prostitutas y festejaron verdaderas orgías en las instalaciones del organismo.
Esta no es la primera vez que la organización humanitaria estubo implicada en un caso semejante. En 2006, trabajadores de OXFAM realizaron orgías con prostitutas y presuntamente violaron a varias mujeres, en Chad subsahariano.
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No solo OXFAM
Burkhard Wilke, director del Instituto Central para Causas Sociales de Alemania, asegura que esta no es la única ONG que ha incurrido en abusos. "Empleados y socios de diversas organizaciones de ayuda humanitaria han cometido explotación sexual en las comunidades donde trabajan", asegura Wilke.
Por ejemplo la organización Médicos sin Fronteras, de la cual se reportadon recientemente 24 casos de abuso y acoso sexual en 2017. Otro ejemplo es el de la organización Comité de Rescate Internacional, que recién reconoció la existencia de tres casos de abuso sexual mientras operaba en la República Democrática del Congo.
Durante la guerra de Yugoslavia en los años 90, mujeres y niñas fueron víctimas de abusos por parte de miembros de organizaciones de ayuda. Integrantes de los Cascos Azules de la ONU también habrían contratado a prostitutas con regularidad en aquellos tiempos.
Ara Stielau, directora de programas internacionales de la ONG Medica Mondiale, explica a DW que la visita de empleados humanitarios a prostitutas se consideró por mucho tiempo como una "ofensa trivial y placer privado". Stielau recuerda bien de la respuesta que recibió del jefe de una ONG alemana al confrontarlo con acusaciones de conducta inapropiada de algunos de sus trabajadores: "no puedo controlar lo que hacen mis empleados bajo las sábanas", dijo.
El desbalance del poder
Para las mujeres que se encuentran en situaciones económicamente precarias, es muy fácil caer en la prostitución. Stielau explica que cuando la necesidad de comida o dinero es muy grande, estas mujeres son más susceptibles a intercambiar dichos recursos por sexo. Esta dinámica resulta en un desbalance de poder, donde los cooperantes de organizaciones humanitarias poseen la ayuda que las mujeres de la población local necesitan urgentemente.
A pesar de que los cooperantes humanitarios están plenamente conscientes de la responsabilidad que implica su trabajo, el abuso de poder es difícil de resistir.
"Los cooperantes disponen del dinero y el poder de decisión sobre a quien se le provee ayuda y a quien no. Esto crea ciertas tentaciones" dice Wilke. Aunque los códigos de conducta de las ONG advierten sobre estas "tentaciones", no existen consecuencias graves para los cooperantes si caen en ellas.
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Pérdida de confianza y donativos
Estos escándalos generan una fuerte pérdida de confianza y en el mundo caritativo la credibilidad es muy importante. Las organizaciones humanitarias subsisten de las donaciones y por ende, de la confianza de los donantes. Cada contribuyente quiere saber cómo se invierte el dinero que ha donado a estos organismos.
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Burkhard Wilke piensa que la transparencia en estos casos es una prioridad y su organización es responsable de otorgar un sello de confianza en Alemania a aquellas ONG que se desempeñan con altos valores éticos. En casos de conducta inapropiada, las organizaciones pierden esta distinción.
Lo que queda claro es que el abuso de poder puede ocurrir en cualquier situación donde este se concentre, ya sea en la política, economía, instituciones públicas o religiosas, y también en las organizaciones humanitarias.
Probablemente la mayoría de los cooperantes humanitarios actúan de forma responsable, pero estos escándalos empañan sus esfuerzos y al final, acaban perjudicando precisamente a aquellos que dependen desesperadamente de su ayuda.
Vera Kern y Astrid Prange (JCG/CHP)