Otra semana clave para Grecia
20 de abril de 2015El calendario de pagos que tiene que afrontar Grecia no ofrece tregua a sus dirigentes. El 1 de mayo, el gobierno heleno tendrá que disponer de cerca de 200 millones de euros para pagar al Fondo Monetario Internacional (FMI) y, hasta mediados de junio, deberá completar otros cinco tramos del mismo crédito. En total, más de 2.500 millones de euros en concepto de reembolsos del el rescate que solicitó el país.
En las últimas semanas, la directora del FMI, Christine Lagarde, ha asegurado que puesto que el FMI no ha permitido a ningún país aplazar el pago de sus créditos en los últimos treinta años, con Grecia no van a hacer una excepción.
“Nunca hemos tenido el caso de que un país desarrollado nos pida el aplazamiento de un pago”, dijo Lagarde. “Y esperamos que Grecia no lo haga. Yo, desde luego, no lo apoyaría”.
El FMI es “una institución que se basa en reglas”, añadió Lagarde. O lo que es lo mismo: nuestras normas nos impiden complacer a Grecia.
También Mario Draghi, el presidente del Banco Central Europeo, utiliza esta fórmula habitualmente en sus discursos. El problema es que las reglas dejan mucho margen para la interpretación. Muchos critican, por ejemplo, que el Banco Central haya aprobado un programa de compra masiva de deuda soberana, que permitirá a Draghi comprar activos por un valor de 60.000 millones de euros cada mes hasta septiembre de 2016.
El BCE también presiona
De acuerdo a sus propias reglas, el BCE tampoco tendría que aceptado la compra de bonos griegos como garantía en un momento en que la calificación crediticia del país se desplomaba. Eso sí, en aquel momento se planteó como un permiso especial.
Ya en febrero, poco después de que Alexis Tsipras jurase el cargo como nuevo primer ministro de Grecia, el BCE dejó de comprar deuda pública helena y, de esa forma, terminó con una importante fuente de financiación para el gobierno recién electo. En el momento la razón oficial fue que el BCE no esperaba que Grecia pudiera completar con éxito su programa de reformas.
Debido a que desde entonces los bancos griegos han dejado de tener acceso directo a los fondos del BCE, sólo pueden financiarse a través de los préstamos de emergencia (ELA, por sus siglas en inglés) del Banco Central griego. Estos préstamos, además de ser caros, tienen que ser aprobados por el BCE.
Mientras tanto, los ciudadanos griegos siguen retirando fondos de sus cuentas bancarias. Solo el mes pasado la cantidad superó los 5.500 millones de euros.
Asimismo, la indicación realizada en marzo por el BCE, por la que no permite a los bancos griegos comprar más de una cierta cantidad de títulos de deuda a corto plazo (Letras del Tesoro) del Estado griego no ha hecho sino aumentar más la presión.
No hay dinero en ninguna parte
Los griegos, mientras tanto, siguen esperando la llegada de las ayudas por valor 7.200 millones de euros prometidas. Los donantes, sin embargo, siguen reteniendo los fondos porque mantienen que los esfuerzos que está realizando el gobierno de Tsipras en materia económica son inadecuados.
El 20 de febrero, el Eurogrupo acordó una extensión del programa de ayuda a Grecia hasta el mes de junio. A pesar de que en un principio la prórroga fue considerada un éxito, hasta ahora no ha aportado luz a la situación. Al igual que le escribió Tsipras en una carta a Merkel, los griegos interpretan esta medida como un “nuevo marco”, mientras que el resto de los países del euro creen que es sólo una obligación para continuar con los planes de austeridad anteriores.