Oscar para los falsificadores de Sachsenhausen
25 de febrero de 2008Die Fälscher, Los falsificadores, ha ganado el Oscar a la mejor película extranjera. Austria se alegra con su director, Stefan Ruzowitzky. Y Alemania, se alegra también: con sus actores Ausgust Diehl, David Striesow y Marie Bäumer y con su estudio Babelsberg, en Potsdam, donde fue producido y filmado este drama acerca del campo de concentración Sachsenhausen.
Como co producción austro-germana, la cinta -que cuenta el malévolo plan de los nazis de inundar las economías de los países vecinos con billetes falsificados- corrió en la Berlinale 2007 y fue candidata al Deutscher Filmpreis. La crítica la acogió con benevolencia. No así el público; en las taquillas fue un fracaso.
“Ver los dramas de la historia alemana en pantalla, fascina a Hollywood”, asevera el diario Welt Online y hace memoria: en 2007, el largometraje sobre el espionaje en la vida cotidiana de la ex República Democrática Alemana, La vida de los otros, se llevó el galardón a la mejor película extranjera. En 2006, la trágica historia de los hermanos Scholl y su resistencia al macabro sistema nazi por poco se lleva la distinción a la mejor película extranjera.
La historia
Cuando en los últimos años de la guerra, la situación se perfilaba sin salida, la cúpula del Tercer Reich decidió fabricar papel moneda de sus principales enemigos. En el campo de concentración Sachsenhausen, bajo el código Operación Bernhard, se instituyeron entonces dos barracas para que los presos se dedicaran a su labor. De otros campos de concentración se trasladó a judíos seleccionados –sólo judíos y sólo profesionales del ramo de la imprenta y de la banca- para billetes falsos.
En 1942 comenzó el proyecto, con 26 prisioneros. De Buchenwald, Ravensbrück y Sachsenhausen provinieron los primeros. Para 1944 eran 140 prisioneros los que dedicaban a ello, y habían logrado falsificar unos 134 millones de libras esterlinas. Su estatus especial les permitía gozar de privilegios, como acceder a las instalaciones sanitarias y jugar ajedrez. También disponían de camas y trabajaban en habitaciones donde se disponía de calefacción. Debido a que la operación era top secret, su destino final –así estaba planificado- era ser aniquilados.
El Oscar para Die Fälscher es, según la Fundación de Memoriales de Brandeburgo, una condecoración para la obra del superviviente de esa historia, Adolf Burger. En las memorias de este nonagenario se basa la película. “La situación en las dos barracas se ha presentado con bastante autenticidad”, declara a agencias Horst Seferens, portavoz de Sachsenhausen. Ahí, en el lugar original del drama, se presentará la película galardonada a comienzos del mes de marzo y se está organizando una exposición respecto al tema.
Al respecto, el presidente de los estudios Babelsberg resume: “este Óscar demuestra que “para Hollywood, Alemania ya no sólo es interesante como lugar de rodaje y de financiación sino como fuente de historias”.