Oportunidad perdida
30 de septiembre de 2008Con la 63 Asamblea General de las Naciones Unidas, se acerca además –de manera ampliamente ignorada e inadvertida- el final del llamado Año Internacional de la Higiene. Ignorada, porque existen muchos de esos “años internacionales” y otras campañas, sin que éstas sean capaces de cambiar al mundo o por lo menos de influir en él de manera sostenible. Tan sólo en esta asamblea otoñal da como resultado un balance que bien pudiera ser descrito como “lindos discursos, y nada más”.
Crisis en vez de Cáucaso
En esta ocasión hay un doloroso elemento adicional: se pensaba que la crisis en el Cáucaso sería el tema que se impondría a los demás. Pero la lección llegó pronto. La crisis financiera era y es el tema que eclipsó a cualquier otro.
Esto es bueno para algunos y motivo de depresión para otros. Por ejemplo, el presidente de Estados Unidos no debió soportar por mucho tiempo el reproche del presidente de la Asamblea Nacional nicaraguense, D'Escoto, quien afirmó que en el Consejo de Seguridad de la ONU hay países “adictos a la guerra” y que éstos son una amenaza para la paz y la seguridad mundial.
Además, señaló que ningún gobierno tiene el derecho de dedicir por sí mismo cuáles Estados apoyan el terrorismo y cuáles no. Esto lo dijo quien no sólo es un político, sino también un sacerdote católico. Por tanto, sus palabras gozaron de mucho mayor vigor que las de algunos desbocados representantes del Tercer Mundo, quienes utilizan el encuentro en Nueva York para tratar de figurar en el escenario mundial.
Las críticas permanecieron sin eco, lo cual hace más clara la desoladora condición de la comunidad internacional. A 63 años de haber sido fundada, la ONU se enfrenta a reformas que desde hace mucho tiempo son urgentes; por ejemplo, en el Consejo de Seguridad. Sin embargo, no han sido llevadas a cabo porque los poderosos se aferran a su poder.
No hay avances
Este poder es utilizado con frecuencia cada vez menor para perseguir con ánimo decidido las nobles metas de las Naciones Unidas. La actual Asamblea General es plena documentación de ello, y por cierto, mucho más allá del solo “Año de la Higiene”.
No hay avances en la protección al clima y los Objetivos del Milenio están cada vez más lejos de ser alcanzados sobre todo en lo que respecta al combate a la pobreza. El llamado “Cuarteto para el Cercano Oriente” ha abandonado prácticamente todo intento de lograr la paz en la región.
Irak, Afganistán, Darfur, o como se llamen las zonas en conflicto, siguen sumidas en el caos y en vez de ello, el Consejo de Seguridad debate sobre Georgia y ni siquiera logra un consenso frente a Irán, intento tan lamentable como controvertido.
La 63 Asamblea de la ONU ofrecía la oportunidad de hablar sobre estos temas y de proponer soluciones para remediarlos. Para ello se hubiera necesitado más honestidad y autocrítica de la que se percibe en la ONU. También hubiera sido deseable que los poderosos renunciaran a su poder y se orientaran hacia la construcción de una verdadera comunidad internacional. En cambio, consiguieron salvarse una vez más. Pueden darle las gracias a Wall Street.