Opinión: Y ahora… ¡En marcha!
19 de junio de 2017Parece tenerlo todo: instinto político, rapidez mental y buenos asesores. Nadie tuvo tan buen comienzo como presidente de Francia. La elección de su interdisciplinar gabinete, sus primeras apariciones en el escenario internacional y ahora su amplia mayoría absoluta en la Asamblea Nacional. Sin embargo, las encuestas pronosticaban un éxito todavía mayor, con más de 400 escaños y casi dos tercios de la cámara, prácticamente acabando con toda oposición. No fue así, sin embargo. Le será fácil gobernar, pero los franceses no le han dado ningún cheque en blanco. También ese mensaje ha quedado claro.
Más información:
El partido de Macron logra 350 de los 577 diputados de la Asamblea Nacional
Francia celebra segundos comicios legislativos, con baja participación
Cuando, además, menos de la mitad de los electores acudieron a las urnas deberían sonar las alarmas. Por otro lado, los franceses están simplemente cansados de la política, después de cuatro elecciones en apenas dos meses. Es normal que después de la elección presidencial muchos perdieran el interés. Además, el hecho de que todas las encuestas dieran una victoria tan amplia a Macron ha podido hacer que los partidarios de sus oponentes se hayan animado a ir a votar.
Nuevos en el parlamento
Un principio así no se vio nunca en la política francesa, pero igualmente rápida podría ser la caída en el caos. Tantos cargos sin experiencia política y tantos cambios parlamentarios en las tropas de Macron pueden complicarle todavía la vida. Debe todavía enseñarles lo que es la disciplina parlamentaria. Y el movimiento '¡En Marcha!' tiene todavía que convertirse realmente en un partido político. Puede que todo discurra sin problemas o que sólo se pierdan algunos escaños.
Emanuel Macron sigue de celebración, pero desde el lunes empieza el día a día. El joven presidente ya no tiene que convencer a los franceses sobre su persona, sino sobre sus planes y reformas. Y eso es tradicionalmente difícil para los obstinados franceses, si bien todos los últimos gobiernos, en mayor o menor medida, las han intentado, cediendo ante los disturbios o las huelgas generales, como su desafortunado predecesor François Hollande.
Macron no puede darse el lujo de dar marcha atrás. Su reputación y su éxito dependerán de que consiga modernizar el país y encauzar su economía. Lo que a su vez depende de su capacidad para evitar que sus compatriotas corran a las barricadas cuando vean evaporarse sus proteccciones sociales. El presidente debe encontrar un equilibrio entre la comodidad estatal, la competitividad y el frío mercado, que nunca ha aunado mayorías en Francia.
Se trata esencialmente de reformas liberales a las que se oponen tanto la extrema izquierda como los socialistas o los supervivientes del ultraderechista Frente Nacional. Y, como la punta de lanza, los sindicatos. La primera prueba de fuerza para el presidente es si puede romper este cerco.
Macron necesita resultados rápidos
Tras su victoria electoral, el presidente tiene un saldo de confianza. Sin embargo, la vida media de estas concesiones es corta. Necesita éxitos rápidos, especialmente en el mercado de trabajo. Tal vez ayude la buena marcha de la economía francesa, que parece salir tras años de depresión. Como de repente todos los grupos de edad en Francia parecen creer, el país puede resurgir.
Emmanuel Macron tiene que transformar este cambio en la percepción de sí mismos de los franceses en proyectos concretos, transformando las esperanzas en oportunidades y mostrando los primeros frutos para el otoño. De lo contrario, el entusiasmo inicial de sus electores amenaza con convertirse rápidamente en desencanto con la política, tornándose en una nueva radicalización. El presidente, su gabinete y sus ayudantes deben hacer honor al nombre de su fuerza política y ponerse "en marcha" para establecer una nueva fuerza política.