Opinión: Una buena propuesta
21 de febrero de 2016Los demás gobiernos de la Unión Europea han salido al encuentro de Londres. Para ello han tenido que tragar amargas píldoras, y eso fue lo correcto. La economía británica necesita a la UE y ésta necesita también a los británicos, que aportan a la economía, a las finanzas, a la diplomacia y al peso militar que al bloque comunitario le faltaría sin ellos. Sin las aportaciones británicas, Alemania se quedaría muy sola entre peticionarios resistentes a reformas, a los que sobre todo les interesan las repetidas transferencias.
El punto más discutido fue la limitación de ayudas sociales a ciudadanos de la UE, sobre todo a los provenientes del este europeo. Muchos de ellos han emigrado a Inglaterra en busca de trabajo. Pero en Londres se ha exagerado mucho sobre el presunto abuso de las prestaciones sociales, bajo el argumento de que los “extranjeros” de países comunitarios se aprovechan del Estado británico y demandan mucho más de lo que aportan.
Pero ha quedado demostrado que otros Estados también tienen interés en reformas dentro de la UE. La canciller alemana, por ejemplo, ha apoyado claramente adecuar los pagos por manutención de niños a ciudadanos de otros países de la UE a las condiciones de vida de los países de origen, si es que los menores viven en ellos. El primer ministro danés Rasmussen reclamó como suya tal idea, a la cual llamó “una flor en mi jardín”. Típico tal vez para el estado de ánimo en la UE, y también injusto, que el primer ministro británico, David Cameron, sea blanco de ataques mientras otros sacan provecho de sus gestiones.
Cameron debe “vender”
Del lado británico, el mayor obstáculo no estará en esos problemas concretos, sino en el sentimiento general de falta de pertenencia a la UE en su país. Incluso cuando es evidente que en el mundo de hoy no hay nación totalmente soberana, y que se consigue una mejor posición mundial en bloque y no en el aislamiento, a Cameron no le quedará de otra más que batallar contra este sentimiento entre los británicos. Necesitará de todo su talento para “vender” este acuerdo a sus compatriotas. La andanada de los enemigos de la UE en su propio gabinete, así como de la prensa euroescéptica perdurará hasta que se celebre el referéndum.
Sin embargo, incluso una oferta muy generosa será en vano, si es llevada a cabo sin la aceptación del pueblo británico. Lo peor sería que la UE haga concesiones al Reino Unido, prácticamente a tal punto de negarse a sí misma, y que al final de todos modos los británicos voten por salir de la UE.
Entonces ya no habría contención posible. Otras naciones escépticas podrían eventualmente amenazar con salirse del bloque comunitario a fin de ver cumplidas sus demandas especiales. Y al final, poco quedaría de la “unión” en Europa.
La crisis de refugiados
Es trágico que las diferencias con Reino Unido se acentúen en medio de la crisis de refugiados. Los británicos, pero también el resto de los europeos, observan cómo la Unión Europa es llevada a sus límites. Muchos tienen la impresión de que solo una reacción nacionalista fuerte es capaz de solucionar esta crisis. Especialmente los británicos tienen muchos problemas con la política de la canciller Merkel y su apertura hacia los refugiados. Si Alemania permite que varios millones de refugiados e inmigrantes se conviertan en ciudadanos de la Unión Europea, éstos tendrían derecho a residir en Reino Unido. Desde la perspectiva británica, se trataría de una inmigración indeseable que entraría “por la puerta trasera”.
Políticos británicos han repetido una y otra vez que a esto se debe el reciente salto de los euroescépticos en las encuestas. De modo que un referéndum este verano, bajo la impresión de que a la Unión Europea siguen llegando miles de inmigrantes cada día y sin control suficiente, podría salir mal.
Por eso, un referéndum con algo más de tiempo habría sido mejor, cuando Europa, quizá, tenga mayor control de la situación.