Opinión sobre la Eurocopa 2024: la elección lógica
27 de septiembre de 2018Cuando un periodista alemán, que trabaja para un medio alemán, dice que Alemania es la candidata correcta para la Eurocopa en 2024, es en principio lo que todo el mundo espera. Por supuesto, hay patrones de comportamiento patrióticos muy pronunciados en los deportes y también en el periodismo deportivo: no hay que decir que es obvio que un comentarista de fútbol celebre un gol de su propio equipo nacional.
Especialmente en Alemania, el fútbol y la selección alemana son en el país un patrimonio cultural, tal vez la última hoguera alrededor de la cual se reúne una sociedad cada vez más fragmentada. Y, sin embargo, hay algo más que la alegría nacional por un campeonato que se celebrará en el propio país, cuando se dice: Alemania es la elección correcta.
Primero, Alemania es un anfitrión de campeonatos de fútbol donde reina la democracia, se respeta el Estado de Derecho y se protegen los derechos humanos. En la actualidad, todo lo anterior no es en sí evidente. Los campeonatos del mundo en Rusia y Qatar, la Eurocopa en Azerbaiyán, los Juegos Olímpicos en China: la tendencia de conceder cada vez más eventos importantes a sistemas autocráticos es preocupante, porque este tipo de torneos son siempre utilizados por el régimen para pulir su imagen, minimizar los titulares negativos sobre la opresión de las minorías o de disidentes, las detenciones de periodistas y la explotación de la naturaleza. Turquía, con el presidente Recep Tayyip Erdogan, habría continuado con esta cuestionable serie: medios de comunicación neutralizados, despidos, espionaje a la oposición o una Justicia dirigida por el propio gobierno. Aunque Turquía haya solicitado cuatro veces la candidatura para la Eurocopa sin éxito, mientras Erdogan siga pisoteando los principios democráticos, no se le debe ofrecer como regalo de relaciones públicas ningún torneo de fútbol.
A la UEFA solo le interesa el dinero
En segundo lugar, Alemania es el mejor anfitrión para la UEFA, porque representa fortaleza económica y estabilidad. Aunque Turquía presentó a la UEFA regalos impositivos mayores que Alemania y quería ofrecer estadios gratuitos, la problemática economía turca, el declive de la lira y el enfrentamiento del presidente Erdogan con Occidente suponían un riesgo económico demasiado grande para la UEFA. En definitiva, a la UEFA le importa una cosa: el dinero. Con la Eurocopa de 2016 en Francia, la UEFA ganó 800 millones de euros. El presidente Aleksander Ceferin calificó las oportunidades de ganar dinero a través de dicho campeonato de "absolutamente cruciales".
En tercer lugar, incluso algunos amantes del fútbol turco estaban en contra de que la Eurocopa se celebrara en Turquía. Lo que parece incomprensible a primera vista, de cerca se vuelve comprensible. La Süper Lig aún no se ha recuperado de los escándalos de corrupción de los últimos años, y sus seguidores dudan de la federación de fútbol del país. Su presidente, Yildrim Demirören, es parte del problema. Fue el presidente y mecenas del Besiktas Estambul el que condujo al equipo al caos económico. Expulsó a los periodistas que habían criticado al seleccionador nacional turco sin más preámbulos de sus grupos mediáticos y se le considera títere de Erdogan. ¿Un campeonato europeo de fútbol en sus manos? No es una buena idea.
Grindel, el ganador herido
Con toda la euforia alemana por haber ganado 12 a 4 (con una abstención), el Comité Ejecutivo de la UEFA no debe pasar por alto que el presidente de la Federación Alemania de Fútbol (DFB), Reinhard Grindel, es un ganador con problemas, con cada vez menos apoyo en su propia federación. Muchos seguidores del fútbol alemán le critican que solo le importa hacer carrera de forma codiciosa. Su catastrófica gestión de crisis con el jugador Özil y su precipitada decisión de mantener a Joachim Löw como entrenador de la selección nacional, lo han puesto en apuros. Sin la Eurocopa 2024, su mandato habría terminado muy rápidamente, también por su actitud poco diplomática e ignorante, en particular, con representantes de aficionados. El éxito de la DFB en Nyon debería calmar los ánimos temporalmente, pero no va a ocultar una cosa : Alemania lo tenía fácil contra Turquía.
Joscha Weber (RM/ER)
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