Opinión: oradores y curanderos alemanes
22 de abril de 2018Pensar a través de categorías militares en la República Federal de Alemania está tan mal visto, que la lógica política del uso de las armas ya no es razonable para la mayoría de los alemanes.
Incluso las dos principales iglesias en Alemania coincidieron la semana pasada con la gran mayoría de los alemanes: los ataques con cohetes no podrían traer paz a Siria, de acuerdo a diversas declaraciones de representantes protestantes y católicos. Pero ni una palabra sobre la proporción del ataque aéreo occidental. No desde las iglesias. Y desde el ámbito político, solo al principio. Los críticos, demagogos y predicadores se impusieron nuevamente.
Un pueblo básicamente pacifista
Los alemanes son un pueblo básicamente pacifista. Y no, como se suele afirmar, desde 1945, cuando los cadáveres y escombros de la dictadura nazi iniciaron un replanteamiento fundamental. No. Solo más tarde, con la caída del Muro de Berlín y el hundimiento del imperio soviético, la visión de seguridad alemana del mundo cambió radicalmente.
Las consecuencias de los ataques occidentales contra los depósitos sirios y los laboratorios de investigación de armas químicas son debatidos. La canciller marca el ritmo. Pero no en el sentido de liderazgo político, sino en ese sentido alemán confuso que causa incomodidad, especialmente en los aliados: primero descartar que Alemania participe en cualquier acción militar y después de que Estados Unidos, Francia y Gran Bretaña atacaron con éxito los almacenes químicos de Assad, llamar a la operación militar apropiada.
Los alemanes eluden implicarse
Cuando las cosas se ponen serias, los alemanes se escaquean políticamente y sus fuerzas armadas han estado descuidadas durante décadas. Este triste resultado es contrario al discurso de los políticos alemanes: se trata de la creciente responsabilidad de Alemania en el mundo, en el gran peso de que el país debe poner en la balanza, también en cuanto a la política de seguridad, para tener la voluntad de aceptar este papel.
Berlín también tiene a veces la responsabilidad de proteger a los civiles y a las minorías amenazadas y de ver la necesidad de una acción militar para evitar un daño peor. O, como en el caso de Siria, del uso de fuerza militar limitada, que podría permitir primero un nuevo enfoque diplomático.
Todo esto esboza la gran y desagradable paradoja de la política exterior de Berlín.
Autor: Christian F. Trippe (RRR/LGC)
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