¿Qué tipo cumbre del clima fue esta en Bonn? ¿Un éxito, así como los Estados negociadores quieren hacernos creer? ¿O todo lo contrario, como critican grupos ambientalistas, que afirman que se está ignorando la naturaleza explosiva del cambio climático? Probablemente la verdad resida, una vez más, en el medio.
Los negociadores tenían razón: desde el principio estuvo claro que en Bonn solo se hablarían detalles muy complejos y altamente técnicos del Acuerdo Climático de París de 2015. Entre otras cosas, se trató la manera en que los aproximadamente 190 países de la ONU pueden comparar sus objetivos climáticos. Algo que no suena demasiado emocionante. Todas estas cuestiones se resolverán de forma definitiva dentro de un año en la próxima cumbre del clima en Polonia. Sí, así de lentos son los esfuerzos de esta caravana climática. Siempre dando vueltas alrededor de la vaca sagrada de todas las conferencias de la ONU: la búsqueda de unanimidad, para la cual se necesita de mucho optimismo y paciencia. Por otro lado, todo podría haber salido peor, sobre todo en un acuerdo tan frágil como este.
El problema del carbón
Los grupos ecologistas en Bonn lograron poner el dedo en la llaga: nunca antes se había hablado tanto del carbón en una cumbre sobre el clima. Y es que el problema con este combustible fósil persiste en China, India y Estados Unidos, a pesar de todos los esfuerzos para hacer avanzar las energías renovables. Pero sobretodo, por obvias razones, se señaló a Alemania, que tuvo que soportar preguntas incómodas como país anfitrión, ya que, por su uso de este mineral, probablemente no podrá cumplir sus propios objetivos climáticos.
¿No son acaso los alemanes a quienes les gusta actuar como pioneros en la protección del clima? Las expectativas para el discurso de la canciller alemana en la cumbre del clima fueron realmente bajas, porque estaba claro: Angela Merkel no puede dar una fecha de salida de la generación eléctrica a base de carbón por parte de Alemania, porque la misma Merkel todavía no sabe si, ni con quién, puede continuar gobernando en Berlín. En Bonn, 23 Estados han declarado querer renunciar pronto al uso de carbón. Y Alemania no está entre ellos. Eso se debe también al hecho de que un Gobierno puramente ejecutivo no puede tomar una decisión tan trascendental. La cumbre llegó en un mal momento, se podría decir.
Después de la euforia de París
Resulta claro: después de la euforia de París hace dos años, la política climática internacional ha alcanzado nuevamente sus objetivos. Pero los compromisos de 2015 ahora deben implementarse, lo cual es difícil. De todos modos, geopolíticamente, los tiempos para los acuerdos multilaterales no son buenos: los déspotas y nacionalistas en Europa del Este, en Turquía y Estados Unidos no tienen antenas para la protección del clima.
Estados Unidos: aislado, al menos el Gobierno
Pero, al menos, en lo concerniente a Estados Unidos, podemos decir que se acabaron los tiempos en que todos los Estados estaban pendientes de los altibajos de la política climática estadounidense. Por un lado, bloqueo y negación de republicanos y, por el otro, progreso bajo el mandato de Barack Obama. Y es que las cuestiones básicas ya están establecidas desde hace mucho tiempo. Los países en desarrollo y emergentes, incluidos los países industrializados, trabajan en conjunto, proporcionan dinero para la adaptación al cambio climático y formulan objetivos en común. Hubo presencia de ciudades y regiones de Estados Unidos también en esta COP23 y dejaron claro de forma impresionante en Bonn que no quieren que negacionismo climático de Donald Trump detenga sus esfuerzos.
A pesar de las cosas positivas durante esta cumbre, todo sigue siendo insatisfactorio. Y es que el tiempo apremia. Sin embargo, no existe ningún otro escenario para resolver el problema del cambio climático. Y, por esta misma razón, hay que seguir adelante con este maratónico esfuerzo.
Autor: Jens Thurau (few/ms)