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Opinión: Occidente es cómplice en Alepo

29 de noviembre de 2016

El régimen sirio parece estar a punto de reconquistar militarmente las últimas zonas en manos rebeldes en la disputada ciudad de Alepo. ¿Un triunfo decisivo para Bashar al Assad?, se pregunta Rainer Sollich.

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Alto precio: las tropas gubernamentales han recuperado el control sobre gran parte de las ruinas de Alepo.
Alto precio: las tropas gubernamentales han recuperado el control sobre gran parte de las ruinas de Alepo.Imagen: Getty Images/AFP/G. Ourfalian

No hay una solución militar para Siria, insisten los políticos occidentales desde hace años. Evidentemente, el presidente ruso Vladímir Putin, su protegido sirio Bashar al Assad y sus aliados iraníes y libaneses no lo ven así: luego de que el este de Alepo fuera sistemáticamente privado de suministros y bombardeado durante semanas, las fuerzas gubernamentales y unidades chiítas aliadas se dan a la tarea de reconquistar los últimos barrios en manos rebeldes en la antigua metrópoli económica. El destino de la gente les da igual. Para ellos solo cuenta la victoria militar y la humillación del oponente.

Rainer Sollich, jefe de la redacción árabe online de DW.
Rainer Sollich, jefe de la redacción árabe online de DW.

¿Y qué hacen Estados Unidos y la Unión Europea? ¡Prácticamente nada! Occidente advierte y condena, convoca conferencias, aprueba resoluciones. Pero en realidad solo observa. Por lo tanto, el caso de Alepo es otro fracaso político y moral de la política occidental para Siria. En este contexto, resulta prácticamente risible acusar a Putin y Assad de aprovechar conscientemente el vacío de poder dejado por las elecciones presidenciales en Estados Unidos. ¡Ellos no necesitan eso! Barack Obama no se ha convertido en "lame duck" en Siria por  el éxito electoral de Donald Trump. Ya estuvo cruzado de brazos antes, siempre.

El vacío de poder no es nuevo

Obama quiso evitar cometer en Siria los fatales errores cometidos en Irak por su antecesor, George W. Bush. Con su supuesto enfoque pacifista, Obama y todo Occidente se han vuelto en realidad cómplices de la tragedia siria. Con ello, alentaron sobre todo a Rusia e Irán, así como a aliados estadounidenses cada vez menos fiables como Arabia Saudí y Turquía, a transformar a Siria en un campo de batalla confesional y étnico, de acuerdo con sus propios intereses.

Una salida de la espiral de odio y violencia siria parece tan poco a la vista, pese a los últimos acontecimientos, como una "solución" política o militar. Si Alepo cae efectiva y totalmente de vuelta en manos de Assad, será una fuerte demostración simbólica de poder del régimen: demuestra que, con la protección rusa, tiene la sartén por el mango y no puede ser derrocado. Pero tanto los rebeldes moderados como los radicales seguirán peleando en territorios rurales y seguirán hallando aliados sunitas, que los armen para ello. Y también con los terroristas de Estado Islámico (EI) habrá que seguir contando, entre otras cosas porque –contrario a lo que afirman− Moscú y Damasco no los han combatido seriamente hasta ahora.

Criminales de guerra en el poder

La tragedia de Alepo es símbolo de algo que se sabe hace mucho: Bashar al Assad, el probablemente mayor criminal de guerra del presente, seguirá en el poder mientras tenga el apoyo de Rusia e Irán, y Estados Unidos siga observando sin inmutarse. Pero Assad no podrá pacificar Siria, tampoco en el caso de que Donald Trump −como temen los opositores sirios− llegue a cooperar parcialmente con Putin en Siria. Así que la matanza continúa.

Rainer Sollich

Para aprender: aquí usted puede leer este editorial en alemán.