Opinión: nube negra sobre acuerdo de refugiados
21 de mayo de 2016El acuerdo sobre refugiados y de asilo político de la Unión Europea (UE) está bajo gran presión desde diferentes frentes. Esto a pesar de que el acuerdo pactado en marzo entre la UE y Turquía haya sido exitoso en reducir el número de inmigrantes que intentan cruzar desde Turquía hacía las islas griegas, en donde, por cierto, aún prima el caos. Turquía ha cumplido con su parte, pero la UE no. Los países miembros no han enviado suficientes auxiliares a Grecia. Y la propia Grecia es aún incapaz de organizar, de manera diligente, procedimientos de registro.
La presunción: Turquía se hará cargo de todo
Hace dos meses, los jefes de Estado prometieron que todo empezaría a andar muy rápido. Sin embargo, esto no fue así. De manera fatal, la UE confió que el problema de refugiados había sido exitosamente depositado en la responsabilidad de Turquía. El reasentamiento de refugiados y de solicitantes de asilo en suelo turco, así como la repartición desde Grecia e Italia hacia otras naciones de la UE, anda considerablemente más lento de lo que se anunció. El tan evocado valor europeo de solidaridad está hoy ausente entre los propios países miembros. La mayoría de Estados se rigen bajo el lema: “Lo importante es que no vengan más. ¡Después de mí, el diluvio!”
Ahora, Grecia afronta sola el problema con los refugiados. Algo que podría, también, pasarle a Italia si se eleva el número de refugiados provenientes del sur del Mediterráneo. La política de refugiados de la UE se basa en un aislamiento, sin crear oportunidades legales para que la gente pueda, a largo plazo, entrar a Europa. Eufemísticamente, esto podría nombrarse “asegurar las fronteras externas”, ya que muchas naciones no confían en esta medida, sellando, a su vez, fronteras internas con otros países europeos. Hungría, Austria, Dinamarca y hasta Alemania están, en este aspecto, dando un mal ejemplo.
El cierre, parcialmente exitoso, del flanco sureste posee un error garrafal para la EU: el bloque depende enteramente de Turquía. Tan solo la semana pasada, el presidente Recep Tayyip Erdogan, cada vez más megalómano, amenazó con apagar el interruptor y “expulsar” a refugiados si la UE no coopera.
La realidad: Turquía tiene sus propios intereses
Los acontecimientos políticos en Turquía –la pérdida de poder del parlamento, la presión sobre los medios a uniformarse, la represión a la libertad de expresión, el uso de dudosas leyes antiterroristas– están haciendo cada vez más difícil para la UE mantener lo acordado con el presidente Erdogan.
La demanda de Turquía de viajes sin visado para sus ciudadanos se ha convertido en una prueba de fuego para la UE: si Turquía no cambia sus leyes, el Parlamento Europeo no puede aprobar la liberación de visado. Y si esto no se lleva a cabo, el presidente Erdogan, así como van las cosas, cancelará el acuerdo de refugiados. En tal caso, la UE tendría que enfrentarse a una crisis similar a la del verano del año pasado. Y encima de todo, el tiempo no apremia. Los problemas vigentes hacen de la prevista liberación de visado en julio algo muy improbable.
Debido a que no pudieron resolver la crisis de refugiados por sí solos, los enfrentados Gobiernos europeos y jefes de Estado se han lanzado a un “aspirante a sultán”, impredecible y, además, resistente a la crítica. Esto podría acarrear grandes consecuencias para el futuro. Esta “solución europea”, en gran parte creación de la canciller alemana Angela Merkel, podría pronto hacerla caer de pies.
Bern Riegert (FE / MN)
Para aprender: aquí puede usted leer la versión original de este artículo en alemán.