Opinión: Los Papeles de Panamá y el estado del periodismo
4 de abril de 2016Terabyte. Terabyte. ¿Me permiten ser sincero? Me temo que jamás he leído un terabyte. Muchos libros, eso sí. También periódicos, por metros. Cada día. Igualmente navego mucho por internet, todo el día. Pero ¿terabytes?
Al periódico Süddeutsche Zeitung (SZ) le hicieron llegar 2,6 terabytes antes de que publicara los “Papeles de Panamá”. Con ellos hizo un buen artículo. Lo sé con certeza. Porque leí el periódico. Y ahora los señores Poroschenko, Putin, Mossack, Messi, o como quiera que se llamen, tienen pues un problema de imagen.
Este es un “golpe”. Un golpe periodístico es una noticia sensacional, con cuya publicación un periódico se adelanta a otros. No en vano, el redactor en jefe responsable de los proyectos digitales del SZ, Stefan Plöchinger, se alegró de que nada menos que Edward Snowden filtrara el asunto en Twitter antes del momento de su publicación.
Periodismo en la era digital. Hoy, el día después de darse a conocer los “Papeles de Panamá”, debemos partir de dos cosas:
1.- Georg Mascolo, periodistaque abandonó de manera poco amistosa el semanario “Der Spiegel”, estará una vez más orgulloso de la alianza investigativa del Süddeutsche Zeitung, el WDR y el NDR (canales de TV), de la que actúa como coordinador y portavoz desde hace dos años. “Der Spiegel”, en cambio, tiene grandes problemas y marcha a la zaga, al igual que otros grandes medios de prensa.
2.- Pocas veces se vuelve más evidente que en días como este el dilema del trabajo periodístico. Un dilema es, según el diccionario, una “situación en la que es necesario elegir entre dos opciones igualmente buenas o malas”. El dilema, en estimativamente nueve de cada diez redacciones, es hoy: ¿transcribimos esto o lo dejamos?
La respuesta es: todos lo transcribirán. El asunto es demasiado importante. Pero la minoría de los colegas tiene hoy la posibilidad de realizar efectivamente una investigación propia y fundamentada sobre este tema complejo y complicado. Faltan tiempo, paciencia, contactos, recursos. Y mañana, de todos modos, otro tema acaparará la atención.
Por eso les voy a confiar un muy triste secreto profesional: así ocurre con mucha frecuencia. Todos le copian a todos, y eso no siempre sirve para esclarecer la verdad. Una pregunta herética: ¿Quién ha estado últimamente en Siria? ¿O en Pyongyang? ¿O tan siquiera ha asistido personalmente al funeral de Guido Westerwelle en la iglesia de los Santos Apóstoles en Colonia? No tantos.
¿Qué hacer? Cada reportero que sale y ve las cosas por sí mismo es, per se, un buen reportero, porque no se ocupa de sí mismo. Y cada medio que cuenta con un equipo de investigación integrado por reporteros es un buen medio, desde el punto de vista periodístico. Porque el hecho de obtener ya semejante historia marca la ventaja decisiva en los tiempos del flujo de datos globalmente conectado. Y deja disgustados a los competidores. ¿Cómo se logra? Eso también se puede aprender de Frederik Obermaier, uno de los autores de la historia del SZ.
Quizás haya sido eso lo que tenía en mente el ministro de Relaciones Exteriores alemán, Frank Walter Steinmeier, cuando, en la entrega del premio Lead en noviembre, pidió más pluralidad a los periodistas.Nos es buena señal que nos lo tenga que decir un político de alto nivel. Para la mayoría de las redacciones, eso significa: ¡Hay que hacer las tareas!. ¡Ser más incisivos!. El New York Times acaba de mostrar cómo se trabajó en las primeras horas tras los atentados de Bruselas.
En suma: concentración en lo fundamental. Menos palabrerío. El Süddeutsche Zeitung –y con esto vaya un último aplauso y felicitación a los colegas de Múnich- demuestra cómo se hacen las cosas. Nuestro parabién. A todos los demás les sea dicho, en palabras de Kurt Tucholsky: “Un mal periodista no es un filósofo”.
Para aprender alemán: Aquí puede leer este artículo en la versión original.