Opinión: "Libra" o el poder del dinero
25 de octubre de 2019Los taxistas de todo el mundo se rebelan contra la competencia de Uber. Hasta ahora, los tribunales se han pronunciado a favor del modelo tradicional de negocio, ¿pero cuánto más durará esto? Los hoteles cada vez registran menos reservas porque la gente prefiere pasar la noche en un AirBnB.
También en este caso los jueces se han posicionado contra los nuevos competidores nativos de internet, porque su principio de negocio implica una desnaturalización de un espacio habitable ya escaso. Las telefónicas pierden volumen de ventas porque las llamadas entre continentes son gratis vía WhatsApp. Los proveedores de televisión por cable enfrentan años flacos porque cada vez más gente, sobre todo los más jóvenes, acceden a todo lo que buscan a través de servicios de streaming como Netflix o DAZN. También sufre el minorista, porque al final es más rápido encargar algo en Klick, Amazon y compañía.
Hace tiempo que es evidente cómo la digitalización está cambiando todas y cada una de las dimensiones de nuestra vida cotidiana, así como las actividades económicas, sea en la industria o en los servicios. No parece que este proceso pueda detenerse, ni que pueda darse marcha atrás. Y va a llegar a todas partes, también a las finanzas.
Las llamadas criptodivisas llevan tiempo copando los titulares, a menudo con connotaciones negativas. El más conocido entre estos métodos digitales de pago, el bitcoin, se ha dado a conocer por sus piruetas bursátiles, o por criminales de internet que solo aceptaban esta criptomoneda en pago por un rescate. Y es que para el crimen organizado o las mafias de las drogas estas criptodivisas son un regalo caído del cielo: es muy fácil encubrir su rastro digital en las profundidades de la Red.
El buen señor Zuckerberg
Pero el dinero y la amistad no se llevan bien. De ahí que quienes vienen del mundo analógico miren con escepticismo el mundo de las monedas digitales. Por eso hasta ahora, los pasos han sido más bien pocos o inexistentes. Sin embargo, eso empieza a cambiar. Hace poco, el gigante de internet Facebook hizo públicos sus planes de sacar una criptodivisa propia con el nombre de Libra.
Como cada vez que Mark Zuckerberg tiene ideas de estas, intenta hacer creer que todo son buenas intenciones. Una red global de suministro de internet hasta en el último rincón del planeta: naturalmente, una historia puramente humana. Y ahora una divisa digital que haga las transferencias de dinero tan rápidas, seguras, sencillas y baratas como enviar un mensaje de WhatsApp (propiedad de Facebook!). El objetivo del consorcio Libra, por supuesto, según ellos, no es ganar dinero, sino dar acceso a servicios financieros a 1.700 millones de personas que no lo tienen. Una historia totalmente humana, una vez más.
Pocos creen que Zuckerberg y los suyos solo tienen buenas intenciones. ¿Por qué Ebay, Paypal, Mastercard y Visa les han dado la espalda? ¿Por qué se ponen nerviosas las autoridades supervisoras y los ministerios de Finanzas? ¿Por qué tuvo que pasar Zuckerberg esta semana seis horas respondiendo a las preguntas de una comisión del Congreso de Estados Unidos?
¿El final del dólar?
El miedo es que una empresa con un poder económico como Facebook, con sus 2.400 millones de usuarios, entre en el mercado financiero y ponga en peligro su estabilidad. Y, además, que ponga en peligro el rol del dólar como divisa global. Ello tendría consecuencias dramáticas para la política exterior estadounidense. Muchas de las sanciones contra países y mandatarios funcionan a través de esta moneda. Dejaría de tener sentido. O, por ejemplo, en relación con el lavado de dinero o la financiación del terrorismo: cuando se pierde el rastro de los flujos de dinero, algo que ya puede ocurrir a día de hoy, las cosas pueden descontrolarse.
Hasta los europeos se han alarmado. El ministro de Finanzas alemán, Olaf Scholz, se ha erigido en paladín contra la Libra, aplaudido hasta por el jefe de la Reserva Federal estadounidense por su análisis del riesgo que supone. Scholz no solo no quiere tener la Libra, sino que quiere encontrar una alternativa para hacer posibles las transferencias de dinero rápidas y baratas a través de las fronteras nacionales. Desde la asociación de bancos privados alemanes se pide algo así como un euro digital. Y se insiste: si no lo hacemos nosotros, lo harán otros.
Eso suena casi a una copia de Zuckerberg. El argumento que dio a los congresistas estadounidenses fue similar: sería mejor si los reguladores aprobasen su proyecto Libra. Porque si no lo hace Estados Unidos (aunque Zuckerberg quería decir en realidad Facebook), lo harán otros. Hace tiempo que en China se desarrollan planes parecidos, que serían un peligro mucho mayor. La gran pregunta, por lo tanto, es la siguiente: ¿tendrán los Estados en el futuro el monopolio del dinero, lo asumirán empresas privadas como Facebook, o estará en manos de los operadores de las minas de bitcoin?
La batalla por el futuro del dinero ha comenzado.
(eal/jov)
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