Opinión: La UE saca tarjeta roja a Google
18 de julio de 2018La multa récord contra el consorcio estadounidense de internet Google y su matriz Alphabet tiene poco que ver con los actuales desencuentros en la relación trasatlántica. De nuevo se escucharán voces en contra de la sanción, procedentes del sector nacionalista conservador que apoya al presidente estadounidense. Pero hay procesos similares que se están llevando a cabo en India o en Turquía.
Es posible que Donald Trump considere un ataque a las empresas norteamericanas que abusan de su posición de mercado como un ataque a sí mismo. Pero está equivocado, como en muchas cosas, cuando dijo: "La mujer-tasas odia América" ("The tax-woman hates America"). Trump arremetía con estas palabras contra Margrethe Vestager, responsable de la UE en política de competencia, que investiga a Google y otras empresas. La comisaria danesa se lo toma con calma. Después de varios años de investigación, Vestager tiene claro que el gigante de internet se aprovecha de su posición de poder con el sistema operativo Android para colocar mejor sus propios productos en las búsquedas y ganar así más dinero.
Ya desde hace tiempo la Comisión Europea tenía en la mira a Google, Apple y Amazon, después de que estas empresas consolidaran con gran éxito su posición de mercado en la Unión Europea, aprovechándose probablemente de esa posición. Sencillamente, no hay consorcios europeos de ese tamaño con un poder de mercado tan sobresaliente.
Sin sanciones en EE.UU.
Seguramente, las grandes empresas de internet se han beneficiado de que en su país de origen la regulación antimonopolio, aunque es estricta, no se ha aplicado hasta ahora de forma consecuente. Un proceso similar al llevado a cabo contra Google en Europa tuvo lugar en Estados Unidos ya en 2013 y concluyó con un acuerdo judicial. El nuevo director de la "Comisión Federal de Comercio”, responsable en asuntos de competencia, quiere retomar el proceso contra Google. Al mismo tiempo, este director, nombrado por Trump, tiene también en la mira a Facebook y Amazon.
La Unión Europea hace lo que debieran hacer los estadounidenses: observar atentamente lo que sucede y no dejarse embaucar por la palabrería de la mercadotecnia y de los grupos de poder. Por lo demás, la Comisión Europea investiga sobre cuestiones de competencia cuando los propios competidores se quejan de forma argumentada sobre métodos desleales. En ese asunto no juegan rol alguno los razonamientos nacionalistas.
No está claro que Google y otras empresas vayan a cambiar sus estrategias empresariales tras la sanción impuesta. En primer lugar, habrá que esperar a que concluya un posible proceso ante el Tribunal de Justicia de la Unión Europea. Eso puede durar hasta dos años, pero, en la mayoría de los casos similares, el resultado suele ser favorable a la Unión Europea.
La sanción de cinco mil millones de dólares impuesta a Google puede parecer elevada, pero hay que tener en cuenta que el abuso se produjo durante años, que supusieron sustanciosas ganancias netas para la empresa. Al parecer, Google dispone de reservas de dinero contante y sonante por valor de 90 mil millones de dólares, por lo que la sanción le resulta soportable a nivel financiero. Lo que sí puede resultar caro es que Google no se atenga a las condiciones impuestas por la Comisión Europea. Ahí se añadirían 6,5 mil millones de dólares por año a la sanción inicial.
Trump contra Amazon
Por otra parte, el propio Trump se ha quejado de Amazon, porque, a su parecer, engulle al pequeño comercio del mundo real. Además, el fundador de Amazon, Jeff Bezos, es el propietario del diario Washington Post, crítico con Trump. Sus páginas publican cada día un nuevo episodio del clan Trump en la Casa Blanca.
Bezos ha etiquetado a Trump como enemigo íntimo, por lo que no es de extrañar que el presidente de EE.UU. trate de golpear a Amazon. Es indiscutible que Amazon tiene una posición de privilegio en el mercado de Estados Unidos. También por eso, la "Comisión de Comercio Federal” quiere examinar con lupa a la empresa. Quien se atreva a suponer que ahí se esconden motivos políticos, es un mal pensado.
Autor: Bernd Riegert (MS/ERS)
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