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Brasil, república de las cartas marcadas

Francis Franca
10 de junio de 2017

El Tribunal Superior Electoral brasileño usó vericuetos legales para evitar hacer justicia y condenar al actual presidente Michel Temer y a su predecesora Dilma Rousseff, opina Francis Francia, editora jefe de DW Brasil.

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Brasilien Präsident Michel Temer in Brasilia
Imagen: picture-alliance/dpa/PR/M. Correa

Tras una semana de intenso juicio, el Tribunal Superior Electoral absolvió por cuatro votos a tres a la vencedora de las elecciones de 2014 y, con ello, libró a Michel Temer de la destitución. El actual presidente fue absuelto porque cuatro de los siete ministros de la corte eligieron cerrar los ojos ante las pruebas de corrupción reveladas por la Operación Lava Jato, recurriendo a vericuetos legales para evitar, con la venia, hacer justicia. 

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El resultado fue ya anunciado por la prensa brasileña días antes de que concluyera el juicio. Lo que se desplegó hasta la noche de este viernes fue sólo una escenificación para dar un barniz de institucionalidad a un juego de cartas marcadas. De los cuatro ministros que votaron por la absolución, dos fueron nombrados por el propio presidente hace semanas. Un tercero aparecía él mismo en la delación del gigante cárnico JBS. Con un empate tres a tres, el voto decisivo recayó en el ministro Gilmar Mendes, amigo personal de Temer desde hace 30 años.

Rara vez viene solo un proceso

Tras el juicio, el presidente declaró a través de su portavoz, con un cinismo vergonzoso, que la decisión garantizaba "el buen funcionamiento de la democracia brasileña" y celebró el resultado con su equipo. Pero las celebraciones no deberían durar mucho. Temer todavía está siendo investigado por cohecho pasivo, obstrucción a la justicia y organización criminal en el caso de los audios del empresario Joesley Batista, dueño de JBS.

Franca Tiebot Francis Kommentarbild App

La Fiscalía General de la República quiere saber por qué Temer recibió en plena noche al empresario, investigado por la Operación Lava Jato; por qué le escuchó contar, impasible, que estaba sobornando a jueces y fiscales, y por qué procuró que mantuviera una buena relación con el expresidente de la Cámara de Diputados, Eduardo Cunha, ahora preso por esa trama de corrupción.

Joesley dijo, para mostrar sus relaciones con la familia del presidente, que esta usó para sus vacaciones un jet privado de JBS. Temer primero negó. Luego admitió. Pero alegó no saber a quién pertenecía ese avión con la inscripción JBS. Y que, como hombre público, era normal que no pagara. Por si fuera poco, Rodrigo Rocha Loures, exdiputado y exasesor de Temer, fue arrestado in fraganti por la policía recibiendo una maleta con 500.000 reales en sobornos de un ejecutivo de JBS.

Elecciones en 2018

En paralelo, fueron presentadas 14 solicitudes de impeachment contra Temer. Quien decide sobre ellas es el presidente de la Cámara, Rodrigo Maia, que ya advirtió de que sería el último en abandonar el gobierno. En cualquier país serio, esta cadena de acontecimientos ya habría terminado en una renuncia. Pero en Brasil se hace justicia según el viento político. Y Michel Temer sólo podría ir preso con autorización de dos tercios de la Cámara de Diputados. Hasta quien no esté familiarizado con la política brasileña se puede apostar a que eso no va a ocurrir.

Si Temer consigue sobrevivir en el cargo hasta septiembre para nombrar a un nuevo Procurador General de la República, todo parece indicar que las denuncias serán rechazadas y el presidente concluirá el mandato como si nada hubiera pasado. Y Brasil no saldrá del lodo hasta las elecciones generales de octubre de 2018.

Los brasileños necesitan asumir su deber y responsabilidad de no colocar a delincuentes en el Congreso. De no votar a partidos que hacen del enriquecimiento ilícito la razón de su existencia. Y el ruido que está haciendo de este escándalo es tan fuerte que, esperemos, los brasileños no olvidarán tan pronto el nombre de los corruptos.

Cuadriga - Brasil: ¿Temer acorralado?