Opinión: La política europea de asilo es una ilusión
6 de abril de 2016La desventaja del sistema actual de asilo en Europa es la siguiente: los Estados que se ubican en la ruta de los migrantes soportan la mayor carga. Si todos los demás miembros del Reglamento Dublín II aplicaran éste de manera rigurosa, casi ningún refugiado habría llegado a Alemania o a Suecia. Prácticamente todos habrían tenido que pedir asilo en Grecia o Italia, donde además deberían recibir alojamiento y, dependiendo del curso de cada procedimiento, ser aceptado o deportado en uno de esos países. Debido a la llegada de cienos de miles de personas, griegos e italianos consideraron, y con razón, que la situación era injusta.
Atenas y Roma entonces se hicieron las cosas fáciles al encauzar hacia el norte el flujo de refugiados sin registro. Con ello se hicieron de enemigos. Grecia echó sal a la herida al tratar a los refugiados tan mal, que los jueces europeos prohibieron la devolución de los migrantes al territorio heleno. Atenas prácticamente fue recompensada por ignorar los estándares establecidos en Europa.
Dublín tiene ventajas
Mientras Alemania toleró durante mucho tiempo esta descontrolada situación, otros optaron por aislarse a ellos y a la ruta de los Balcanes. Austria quiere sellar también el Paso del Brennero contra el paso de los migrantes que quizá lleguen en mayores cantidades a través del Mediterráneo y de Italia.
Por el momento, impera la desconfianza en cuanto a la política europea de asilo. Cada quien ve para sí mismo. Quien piense en reformas orientadas a la justa distribución de los refugiados en toda Europa debe recordar lo siguiente: ya en el pasado otoño, los Estados de la UE acordaron por mayoría reubicar a 160.000 refugiados desde Grecia e Italia hacia todo el bloque. En esencia, es el mismo “mecanismo de justicia” que la CE pretende impulsar ahora.
Pero el número de las personas reubicadas es tan pequeño, y las resistencias son tan grandes, que nadie debe hacerse ilusiones acerca de propuestas más ambiciosas. Entre ellas destaca la implementación de una cuota definida permanente, que forma parte de la opción alternativa de la CE. La canciller alemana ha mencionado esta idea una y otra vez, y se ha encontrado con una respuesta gélida en casi todos los casos. Otros critican que sin controles reales de las fronteras exteriores se da carta blanca a la migración ilimitada.
La ventaja del mecanismo de Dublín es que define responsabilidades claras, y los países principales de llegada tienen una motivación para proteger sus fronteras y, al mismo tiempo, las fronteras de la UE. Desde que fue cerrada la ruta de los Balcanes, desviar la ruta de los migrantes ya no es posible.
Lo importante es la cifra de refugiados
Por eso, en el mejor de los casos debería ser aceptado por la mayoría un sistema como el de Dublín, ligeramente modificado. Pero incluso así persiste un problema: quizá los Estados miembros aprueben un paquete de reformas, pero lo dejarán de reconocer tan pronto como comience a aplicarse el “mecanismo de justicia”. Al final, lo que cuenta es el desarrollo de los flujos migratorios. Si éstos se reducen y así se mantienen, la reubicación no constituirá mayor problema. Pero si pronto se retoman las dimensiones de la segunda mitad de 2015, es seguro que cada país decidirá por su cuenta, y a costa de los demás. Por eso, el primer objetivo debe consistir en evitar una nueva ola de refugiados.
Para aprender alemán: aquí encontrará a versión original de este artículo