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Opinión: La difícil tarea de los reformistas del islam

Mudhoon Loay12 de junio de 2016

Cuando hay un ataque terrorista islamista, suenan voces pidiendo la reforma del islam. Pero los musulmanes no necesitan un Lutero. Según Loay Mudhoon, lo que hace falta es conciliar el islam con el Estado de derecho.

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Symbolbild - Koran
Imagen: Getty Images/AFP/M. Al-Shaikh

Lord Cromer era cónsul general británico en Egipto cuando acuñó la siguiente frase: “Un islam reformado ya no es islam”. Los apologetas y defensores de un islam tradicional tanto en los países musulmanes como en las comunidades musulmanas de occidente estarán de acuerdo con él. Para ellos y para la mayoría de creyentes, “el islam” es por sí mismo algo básicamente completo, que no puede ser “reformado”. Pero esta poco reflexionada posición no nos puede engañar sobre el hecho de que no existe “el islam” como un sistema de normas que no se puede transformar. La religión islámica ha sido y seguirá siendo hija de su tiempo.

Variabilidad de concepciones religiosas

El reputado filósofo iraní Abdolkarim Sorush, uno de los más importantes actores del debate global dentro del islam contemporáneo, hace hincapié en sus escritos en la variabilidad de concepciones religiosas. Según Sorush, no existe una “versión del islam” que sea válida para todas las épocas y contextos. “Yo lo comparo con un río”, dice Sorush. “El profeta es la fuente de la que nace ese río. Toda la tradición islámica es el propio río, que fluye en dirección hacia la eternidad. Nosotros somos un tramo determinado de ese río y la próxima generación será otro. Nunca debemos creer que la religión es agua estancada, pues es como un río que fluye”.

Mudhoon Loay Kommentarbild App
Mudhoon Loay dirige el portal Qantara.de.

Aferrarse a la ficción de un islam “puro e inamovible” está ampliamente fuera de la realidad de la historia islámica. La propia teología islámica, diversa y muy diferenciada, fue siempre un medio político. Con demasiada frecuencia funcionó como un reflejo de relaciones de poder mundanas, reales. Desgraciadamente, esta concepción del islam ignora el simple hecho de que, desde el principio del islam, ha habido numerosos y ambiciosos intentos de intelectuales de renovar el discurso del islam y de interpretar sus fuentes de forma moderna. Al fin y al cabo, el Corán exhorta al progreso humano.

La pluralidad de lecturas es la clave de las reformas

Por esta razón, el pensador reformista Mohamed Shahrur proclama desde que comenzara hace 30 años su labor reformista que los musulmanes deben orientarse sin subordinarse a la autoridad clerical islámica hacia el propio libro de las revelaciones como el verdadero criterio de la verdad divina.

“El Corán contiene la absoluta verdad divina. Esta puede ser entendida por los hombres solo de forma relativa”. Esa es la principal idea de Shahrur. Cualquier concepción reformista innovadora debe partir de esa premisa. Esa es la condición básica para cualquier enfoque reformador que quiera ser tomado en serio.

Lo decisivo es que el Corán permite muchas lecturas. La pluralidad de lecturas y accesos es la clave para llevar a cabo las reformas necesarias. El libro sagrado de los musulmanes es un escrito abierto de revelación y no un código rígido, como nos quieren hacer creer los islamistas y los populistas críticos del islam.

Conciliar el islam con la modernidad

Cada vez que se produce un terrible ataque terrorista por parte de fanáticos islamistas vuelven siempre a escucharse voces que piden una reforma del islam. Es comprensible. Pero no es algo ni realista ni deseable. En primer lugar, no está claro cómo debe ser esta “reforma” y, sobre todo, quién la debe llevar a cabo. En la mayoría de los países con regímenes islámicos autoritarios tiene lugar desde el ascenso de los nihilistas del Estado Islámico un activo debate sobre la (co)rresponsabilidad de los musulmanes en los desmanes de los a sí mismos llamados combatientes de Dios. Sin embargo, no existe un debate reformista sobre la conciliación de las normas y valores islámicos con las conquistas de la modernidad.

Muchos países islámicos están ocupados con sus conflictos internos o guerras subsidiarias, no con los discursos reformistas. Es más: los extendidos anuncios de reforma, mediáticamente efectivos, por parte de dictadores árabes como el militar egipcio Al-Sisi no se pueden tomar en serio y más bien dañan la credibilidad del debate reformista en general. Al fin y al cabo, el presidente egipcio ha incapacitado a la otrora más prestigiosa institución sunita, Al Azhar, en El Cairo. Sin libertades políticas, no es posible una reforma religiosa general.

Musulmanes europeos, portadores de esperanza

Por eso, las esperanzas de nuevos impulsos reformadores están puestas en los musulmanes europeos, que pueden, libres de la represión, desarrollar nuevas ideas. No se trata de privilegiar ciertas versiones del islam liberales o humanistas. Lo más importante sería que los diversos acercamientos y concepciones del islam sean la norma en los centros de teología islámica y en las universidades alemanas. El islam no necesita un Lutero. Lo que le hace falta es la conciliación de sus normas éticas con las conquistas y realidades del moderno Estado de derecho.

La tarea de los pensadores críticos del islam es desarrollar modelos de solución y lecturas del islam integradoras, que se muevan de forma inequívoca en el marco de nuestro orden fundamental, libre y democrático. Y es tarea de la sociedad en su conjunto apoyar estas fuerzas.

Para aprender: aquí puede leer la versión original de este artículo en alemán