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Opinión: Juntos contra el terror de EI

Martin Ganslmeier desde Washington3 de agosto de 2016

Colaborar en la lucha por el control sobre Sirte, bastión de Estado Islámico en Libia, es conveniente por razones de política interior tanto para el Gobierno de Estados Unidos como para el libio, opina Martin Ganslmeier.

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Imagen: Reuters/G. Tomasevic

En la guerra contra el autoproclamado Estado Islámico (EI), el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, ha abierto un nuevo frente: Libia. Los primeros dos ataques aéreos sobre Sirte (1.8.2016), bastión de EI en el país magrebí, serán seguidos por otros hasta que esa ciudad de gran valor estratégico vuelva a estar en manos del Gobierno de unidad auspiciado por las Naciones Unidas. Ya era hora.

Desde hace semanas, la Casa Blanca seguía con creciente disgusto la incapacidad del Ejecutivo libio para recuperar el control sobre Sirte. Pero Obama se negaba a intervenir sin contar con el consentimiento de Trípoli; y por eso tuvo que soportar estoicamente las críticas que le hicieron Donald Trump y los republicanos: sus opositores lo acusaron de actuar con poca fuerza y sin entusiasmo en la lucha contra EI. “¿Por qué se le hacían tantas concesiones a la milicia terrorista?”, le increparon. Trump llegó al punto de anunciar que, junto a Putin, él vencería a EI en pocas semanas.

Martin Ganslmeier.
Martin Ganslmeier.Imagen: NDR/Marcus Krüger

EE. UU. en el aire y los libios en tierra

Sin embargo, Obama se apegó fielmente a la estrategia que su Gobierno trazó para Irak y Siria: la de ofrecer respaldo desde el aire y dejar que las batallas decisivas sobre el terreno las ganen las tropas locales. Por su parte, el Gobierno de unidad libio titubeó mucho antes de pedirle ese apoyo a Estados Unidos porque no quiere dar la impresión de ser una marioneta de Occidente en el norte de África.

Las razones detrás de la decisión de Obama de lanzar más ataques aéreos sobre territorio libio también hay que buscarlas en la política interior estadounidense: en la actual campaña electoral, Libia simboliza el fracaso de la exministra de Exteriores, Hillary Clinton. El propio Obama ha descrito el derrocamiento del dictador Muamar el Gadafi como el más grande error de su administración. La muerte del embajador estadounidense en Bengasi y de otros tres compatriotas suyos es percibido como el punto más bajo de la gestión de Hillary Clinton. En otras palabras, Obama y Clinton tienen un gran interés en estabilizar finalmente a Libia.

Los intereses europeos

Conseguir que haya mayor estabilidad en Libia y que el Gobierno de unidad respaldado por las Naciones Unidas se consolide también redunda a favor de los intereses de la UE. Tener un baluarte de EI frente a las puertas de la Unión Europea es una pesadilla para Bruselas, sobre todo considerando los importantes pozos petroleros a los que tiene acceso EI en Sirte y mediante los cuales financia sus operaciones terroristas. Si EI logra nuevamente sumir a Libia en el caos, el flujo de refugiados hacia Europa volvería a crecer dramáticamente.

En Irak, EI perdió la mitad de los territorios que había conquistado y en Siria, un cuarto. Es por eso que EI intenta expandirse en Libia. De ahí la urgencia de luchar contra EI con más determinación que antes.

Usted puede leer la versión original de este comentario en alemán, aquí