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Jaber Albakr: un suicidio escandaloso

13 de octubre de 2016

El presunto terrorista Jaber Albakr se quitó la vida en una prisión de Leipzig a pesar de la estrecha vigilancia a la que estaba sometido. Esto supone un tremendo revés a la lucha antiterrorista, opina Marcel Fürstenau.

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Deutschland Syrer nach Sprengstoffund in Chemnitz gesucht
Imagen: picture-alliance/dpa/Polizei Sachsen

Este suicidio tendrá consecuencias políticas y jurídicas, y pondrá en la mira a las fuerzas de seguridad. Aunque aún es demasiado pronto para hacer acusaciones graves, no cabe la menor duda de que es un escándalo. Y es que antes de la muerte de Albakr ya sucedieron demasiados despropósitos. Como recordatorio: el refugiado y presunto terrorista sirio Jaber Albakr fue capaz de escapar a pesar del gran despliegue policial. Las investigaciones de busca y captura no tuvieron éxito. Al final, compatriotas del fugado lo inmovilizaron y lo entregaron a la policía.

Alemania respira. Y es que, según los servicios secretos, parece que la amenaza terrorista ha sido neutralizada. Y ahora esto: el supuesto fabricante de bombas y personaje principal del embrollo se quita la vida ante los ojos de las fuerzas del orden. Que fuera capaz de lograrlo –bajo cualquier circunstancia, sea la que sea- produce sencillamente incredulidad. Que uno de los prisioneros más conocidos y probablemente más peligrosos del país sea capaz de acabar con su vida debería hacer que las autoridades se planteen su forma de trabajar.

Kommentarfoto Marcel Fürstenau Hauptstadtstudio
El corresponsal de DW en Berlín Marcel FürstenauImagen: DW/S. Eichberg

Con la muerte de Jaber Albakr ha desaparecido el testigo más importante que podía ser interrogado. Sobre si habría dicho algo al respecto de las acusaciones que pesan sobre él, sólo se puede especular. En cualquier caso, había esperanzas de que dijera algo. Las fuerzas de seguridad alemanas podrían haber recibido pistas sobre la estructura del grupo terrorista y acerca de quién está detrás de estos atentados. Evidencias sobre cómo evitar, en lo posible, los ataques planeados. Admitámoslo: son todo conjeturas, pero son obvias.

Aparte de lo que podría o no haber pasado, es probable que Jaber Albakr tuviese reservado un lugar como mártir en la estructura del terrorismo islamista. Lo lógica cínica es macabra: un héroe se libra de las garras de los infieles suicidándose. Vista así, la muerte de Albakr se puede entender como un atentado suicida. Normalmente, estas muertes vienen acompañadas del estallido de bombas o cinturones explosivos. En el caso de Albakr, por fortuna, no murió ningún inocente. Su muerte, sin embargo, se cobrará otras víctimas. Los responsables de las fuerzas de seguridad han fracasado. Algunos políticos también. Y, en consecuencia, perderán sus puestos. Cualquier otra cosa es impensable.

Un comentario de Marcel Fürstenau.