En los últimos tiempos no le ha ido nada bien a Hamás. Arabia Saudita y algunos Estados vasallos pusieron a Qatar bajo presión. El boicot al que sometieron a ese país lo impactó tanto que ahora debe reunir todas sus fuerzas para superarlo. Las donaciones al extranjero fueron recortadas en gran parte, y también las ayudas financieras e inversiones en la Franja de Gaza. Allí, el presidente palestino Abbas recortó recientemente también el abastecimiento de electricidad. Tampoco se les ha pagado el sueldo a los funcionarios estatales.
El movimiento Hamás, desde 2006 en el poder, se encuentra ahora con las manos vacías. Si bien las ayudas siguen llegando al país, la población no puede vivir dignamente de ellas. Ahora, los islamistas se enfrentan a las consecuencias de que hasta ahora no se les haya ocurrido nada mejor que iniciar tres guerras contra Israel, tomando como rehén a la población en una batalla suicida. Ahora, a la bancarrota ideológica de Hamás, evidente desde el comienzo de su gobierno, se suma la bancarrota económica. En lugar de abrir la Franja de Gaza y buscar el diálogo con Israel, superior desde todo punto de vista, la ha aíslado. El resultado: un 40 por ciento de los habitantes no tiene trabajo; un 80 por ciento depende de la ayuda económica. Y además, por orden de Hamás, a la gente no se le permite ni siquiera ir al cine, ya que es demasiado pecaminoso, según sus líderes.
Un balance miserable
Es un balance miserable. Solo pueden vivir bien aquellos que son responsables de la miseria. Hace años que se plantean acusaciones de corrupción contra la cúpula de Hamás. En esta situación, el movimiento ofrece al presidente palestino, Mahmud Abbas, entregar el control de Cisjordania a las autoridades palestinas bajo su mando. El hecho de que ese ofrecimiento llegue justamente cuando Abbas está en Nueva York, donde conversará con el presidente estadounidense,Donald Trump, se podría interpretar como un discreto golpe: si Abbas triunfa, entonces que le duela. Ahora, el presidente palestino tiene que explicarle a Trump, no precisamente conocido por su paciencia, qué hará con Hamás.
Decepción en Cisjordania
A todo esto, la situación de Abbas es realmente difícil. No solo porque también pesan acusaciones de corrupción en su contra, sino también porque debe buscar el diálogo con Trump, que ya demostró que no le importan demasiado las exigencias de los palestinos. Luego de que los palestinos se alejaran decepcionados de Obama, de Trump ya no esperan nada.
Visto así, la oferta de Hamás se produce en un momento extremadamente complicado. Pero ¿cuándo fueron fáciles los tiempos en los territorios palestinos autónomos?Por tanto, la propuesta conlleva una oportunidad, y para usarla habría que lograr muchas cosas. En principio, que los líderes de ambas partes de las autoridad autonómica estén dispuestos a renunciar al poder. Ya eso, como ya se conoce de la historita de los cleptócratas de Europa central y oriental, debería resultarles difícil. Pero como a Hamás se le está escurriendo de las manos la última legitimidad política con la que cuenta, este sería el momento adecuado para que la sociedad civil exija que se cumpla con la ley.
Tiempos de revisión histórica en Israel
En cuanto a Israel, ¿seguirá Netanyahu apostando a la división de los palestinos según la lógica de que dos líderes enemistados suman menos poder que una cúpula unida? O podrá llegar a la conclusión de que, en vista de la volátil situación en Cercano Oriente, a Israel también lo beneficiaría una relación más distendida con los palestinos?
Justamente ahora, en las Alturas de Golán, se está abriendo un nuevo y dramático frente: La llegada de Hizbolá representa también un peligro allí,y no solo en la frontera con el Líbano. Israel tendría allí un enemigo de gran peligrosidad. Ante un panorama así, el diálogo con los palestinos sería el paso correcto. Ya es hora de darlo, porque Hamás arruinó de tal forma la situación en la Franja de Gaza que algunos ciudadanos se sienten atraídos por los movimientos islamistas radicales. Otros, por el contrario, esperan que el gobierno cumpla con las leyes. Lo que hay que hacer es apoyar a estos últimos.
Kersten Knipp (CP/ ERS)