¿Giro en la política estadounidense hacia Siria?
6 de abril de 2017Bashar al-Assad no se amilana a la hora de utilizar armas químicas contra la población civil. Esto es bien conocido, al menos desde el gran ataque con gas sarín en agosto de 2013. En ese momento, al menos 1.400 personas agonizaron hasta morir en Ghouta, al este de Damasco.
Las Naciones Unidas y fiables organizaciones de derechos humanos documentan desde hace seis años también numerosos ataques de menor entidad con gas de cloro y el uso a diario de las mortales bombas de barril en mercados, escuelas y hospitales por parte de la fuerza aérea de Assad.
El régimen de Al Assad se siente intocable
En Jan Sheijun, donde probablemente se utilizó de nuevo sarín, todo apunta al régimen de Assad. Ningún grupo rebelde tiene aviones de guerra. Sólo Assad y sus aliados pueden haber bombardeado con el gas venenoso desde el aire.
También en este caso los generales de Assad no parecen temer consecuencia alguna. En la práctica, desde la retirada de la administración Obama del conflicto sirio y la intervención de Rusia e Irán en la guerra civil siria, el régimen de Damasco ha tenido las manos libres.
Barbarie sin sentido
No tiene mucho sentido especular sobre las verdaderas razones para el uso de gas venenoso en Jan Sheijun o sobre el momento elegido. Sobre todo porque no se puede establecer quién ordenó el ataque ni qué perseguía utilizando gas sarín como arma en la guerra civil. Investigar y reconstruir lo ocurrido es más bien labor de una comisión de investigación de la ONU. Pero es más que cuestionable que lo haga con éxito.
Cabe destacar, en cualquier caso, las duras reacciones verbales de la administración Trump. El presidente de Estados Unidos ahora ve "un montón de líneas traspasadas" y asegura que su actitud hacia Assad "ha cambiado" tras este ataque con gas.
Se echa en falta una estrategia estadounidense
Pero el giro verbal no puede ocultar el hecho de que Estados Unidos carece de una estrategia clara para el conflicto de Siria. Trump y sus diplomáticos han hecho hincapié varias veces durante los últimos meses que querían centrarse en la lucha contra el terrorismo de Estado Islámico. La destitución de Assad no era una prioridad para ellos.
Quedan muchas preguntas abiertas: ¿Quién dirigirá la lucha contra Estado Islámico en Mosul y Raqqa? ¿Qué pasará tras el desmantelamiento territorial del intento de Califato? ¿Cómo puede restaurarse la unidad de Siria e Irak con la participación de todos los grupos de población? ¿Y cuál será el destino de millones de sunitas que han quedado sin hogar en ambos países?
Recuperar la credibilidad
Como es difícil imaginar la paz en Siria con Assad, los Estados Unidos y la Unión Europea deberían ponerse de acuerdo rápidamente en una línea común de actuación respecto a esta cuestión clave. Tienen que explicar cómo se va a construir el futuro de Siria.
Y si el Consejo de Seguridad de la ONU sigue bloqueado por Rusia, Occidente debe dejar claro a Assad y sus protectores, que no va a permitir que se sigan utilizando armas químicas. Si es necesario, actuando en solitario. Ese sería un primer paso para recuperar la credibilidad perdida de Occidente en el conflicto sirio.
Autor: Loay Mudhoon (lgc/ms)
.