Opinión: ¿Final del juego en Siria?
8 de febrero de 2016Parece el fin del juego en Siria. Bashar al Assad nuevamente se impone. Con ayuda rusa, con masivo apoyo aéreo ruso, y posiblemente también con respaldo logístico y técnico para el Ejército sirio sobre el terreno. La batalla por Alepo tiene todos los visos de ser un episodio decisivo de la guerra. Si las tropas de Assad toman el control completo de la ciudad, entonces el déspota habrá ganado más que una simple batalla. Volvería a ser el factor dominante en la incendiada y destruida Siria. A los ciudadanos solo les queda la huida, la adaptación o la muerte.
Por otro lado, el país es hoy casi un concepto geográfico. Un mosaico de regiones, lugares, pueblos y ciudades donde el poder está a veces en manos del gobierno, a veces en manos de las distintas fuerzas de la oposición y a veces en manos de las bandas de asesinos del Frente Al Nusra y el llamado “Estado Islámico” (EI). La gente, los ciudadanos sirios, tiene solo un rol en esta sangrienta guerra civil: el de víctimas. Sus vidas no importan.
Rusia, del lado de Assad
El renacimiento de Assad tiene mucho que ver con los rusos, que han utilizado el vacío de poder en su beneficio. El objetivo es mantener a Assad al mando. La mano del Kremlin está detrás de todo, de ahí viene esa rigurosa determinación militar, sin ninguna duda. Un segundo objetivo: estabilizar la región, aun por medio de una autocracia. Nadie habla ya de una primavera árabe y menos de la hermosa idea de una democracia árabe. Ese sueño quedó guardado como una ilusión.
Occidente, pero sobre todo Estados Unidos, es decir Barack Obama, observa todo esto desorientado y sin ganas de intervenir. Los países de este lado del mundo saben que una acción militar sería estéril e implicaría acrecentar el riesgo de una terrible escalada con más partes involucradas. ¿De qué lado tendrían que luchar las tropas occidentales?
Impotencia occidental
Por eso los políticos occidentales están decididos a sacar adelante las conversaciones de paz en Ginebra. Allí, Occidente espera encontrar una solución en la mesa de negociaciones, mientras en la realidad Siria está destruida. La pregunta decisiva es quién debería gobernar en Siria tras un acuerdo de paz. ¿Una oposición que no representa a nadie? ¿Assad, apoyado por las bayonetas rusas? O lo decimos abiertamente: ¿los yihadistas islamistas? ¿Volverá a ser Siria como antes de 2011? La impotencia occidental ha propiciado un vacío de poder en el que las milicias terroristas, Putin y Al Assad han hecho de las suyas.
Eso deja la guerra de poder en manos de las dos potencias regionales: Arabia Saudita e Irán. En Riad han reconocido el signo de los tiempos. Con renuencia, no han seguido adelante con su plan inicial. Estados Unidos apoyará a la casa real solamente en caso extremo. Así que Riad deberá confiar en sus propias fuerzas, y ahora ofrece a sus tropas para luchar contra el Estado Islámico. Un cambio casi revolucionario que surge del miedo al final. El verdadero ganador con este juego de poder es Irán, pues ese país se ha convertido, durante y también una vez que termine el conflicto, en la potencia regional dominante en Medio Oriente. En Jerusalén están preocupados por eso. El final del juego en Siria ha comenzado.