Opinión: Europa, el otro buen vecino de Cuba
11 de marzo de 2016Un reciente editorial del Partido Comunista de Cuba deja bien claro qué piensa Raúl Castro de los cambios de estrategia de Estados Unidos y de la Unión Europea hacia la isla. Se proclama vencedor en una batalla contra esos dos enemigos y para demostrar su victoria, repite que Washington ha tenido que ceder a todas las demandas de Cuba, que la Unión Europea también está pactando, y que el presidente francés, Francois Hollande, el Papa Francisco y el Patriarca ortodoxo Cirilo I han reconocido el protagonismo actual de Cuba en la región.
Una sabia frase española dice que "más claro, ni el agua". Pero la Unión Europea, como el gobierno demócrata de Obama, da la espalda a millones de cubanos que en la isla y el exilio claman porque en esas negociaciones el régimen piense en el pueblo y no en su tozudez ideológica de siempre. Avanzando ya hacia el segundo año del deshielo, los únicos cambios reales en Cuba son la concentración del poder económico, financiero y militar en la nueva élite neocastrista; la represión contra la oposición organizada duplicándose mes por mes, y la expansión nacional de la ley del "sálvese quien tenga moneda dura": en simples palabras, que Cuba se asfixia empujada hacia un capitalismo que sólo los medios de prensa oficialistas se niegan a ver.
El comportamiento errático del Parlamento Europeo, con Francia y España a la cabeza, es el resultado lógico de las presiones cada vez más públicas de numerosas empresas europeas, interesadas en evitar que Estados Unidos monopolice el control económico de la isla, conscientes de que la estrategia de Washington también incluye aprovecharse del protagonismo histórico del régimen en la política y la economía regional para recuperar la credibilidad perdida por prepotencia norteamericana hacia América Latina. No por gusto algunos de los asesores de la Casa Blanca han utilizado alguna que otra vez en sus análisis otra vieja frase: "Cuba, la llave de las Américas".
Es incomprensible la ceguera de Europa ante el caso cubano. Dicen insistir en el tema de los derechos humanos y el respeto a las libertades, pero todos los pasos dados hasta el presente se han concentrado en abrir posibilidades comerciales y de intercambio en distintas áreas, empoderando financiera y económicamente al régimen, y propiciando una presencia creciente de los negocios europeos en Cuba. La UE parece interesada en aplicar una estrategia similar a la de Obama --una "política creativa" para lograr cambios democráticos en la isla--, pero ni siqueira ha definido claramente líneas de trabajo en ese rumbo, como sí lo ha hecho la administración norteamericana.
Si Obama ha explicado que su táctica es ir contaminando la sociedad cubana con una mayor presencia del modo de vida norteamericano, para que el impacto pueblo a pueblo, y el intercambio de información y pensamiento vaya creando grietas en el muro ideológico del castrismo, ¿qué espera lograr la Unión Europea con absurdas conversaciones en las que Raúl Castro opta por atrincherarse, aclara que no puede haber entendimiento porque su régimen tiene un punto de vista distinto sobre derechos humanos y democracia, y critica a Estados Unidos y Europa por querer promover un cambio de gobierno en la isla?
La Unión Europea necesita detener el afianzamiento político y militar de Rusia y China en América; ve preocupada la influencia de Irán en algunos países latinoamericanos; entiende que el debilitamiento de los populismos en aquel hemisferio está posibilitando el renacer del neoliberalismo económico, que devastó la región décadas atrás pero dio inmensos dividendos a Europa hasta que llegó al poder el Socialismo del Siglo XXI, y no quiere dejar que Estados Unidos se trague nuevamente todo ese pastel que es Latinoamérica. Y en todos estos ámbitos, Cuba es una pieza esencial. Por eso es lógico que intenten negociar con Raúl Castro mientras el pueblo cubano es reprimido brutalmente, se hunde en la miseria, es devorado por un Capitalismo Militar de Estado impuesto por el castrismo o emigra masivamente.