El triunfo de Angela Merkel
13 de julio de 2015Finalmente, la canciller alemana conjuró el peligro: tras una maratónica reunión en Bruselas, el “grexit” ya no está sobre la mesa, por lo menos por ahora. Y si después de todo fracasara el acuerdo en torno a un tercer programa de ayuda, no será por culpa de Angela Merkel. Ella puede demostrar que negoció hasta la extenuación con el primer ministro griego. Exhausto quedó al final el propio Alexis Tsipras. Porque Merkel probó una vez más su casi sobrehumana resistencia en negociaciones nocturnas. Tsipras no tuvo con qué contrarrestar la autoridad personal y fáctica de Merkel, que negoció hasta dejarlo en la lona.
Duro paquete de reformas
Las condiciones a las que está ligado el nuevo programa de ayuda incluyen todas las reformas por años postergadas, necesarias para levantar a economía griega. ¿Recuerdan todavía el increíble estrépito con que los griegos se resistían en primavera a una reforma del sistema de pensiones? Decían que jamás la aceptarían, que habría que pasar sobre su cadáver político. Mucho ruido y pocas nueces. Tsipras tuvo que tragar muchas píldoras amargas. Impuesto al valor agregado, mercado laboral, sindicatos, Justicia, bancos pensiones, aparato estatal: por todos lados, Atenas tendrá que liberalizar y reformar. El disfuncional Estado griego ha de operar por fin como uno moderno. ‘ThisIsACopup (este es un golpe de Estado) tuitearon ya por la noche los que muestran comprensión con Grecia, al conocerse los primeros detalles. En eso tienen razón.
El asunto es políticamente un chiste: si el gobierno griego no hubiera creído aún en febrero en la revolución mundial, y en lugar de ello se hubiera puesto de acuerdo con los acreedores, las condiciones habrían sido mucho más suaves. Pero tras los meses de zigzagueo, de incompetencia y retórica desatada del equipo de Tsipras, la eurozona perdió la paciencia. La gota que colmó el vaso fue el referéndum, en el que los griegos gritaron “no”, como se les pidió. Al final, incluso el mejor amigo de Tsipras, el jefe de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, estaba furioso. Ahora, el jefe de gobierno griego les vende a sus conciudadanos el paquete de ayuda de Bruselas como un gran éxito, pese a que acababan de rechazarlo. ¿Funciona así la democracia en Grecia?
1:0 para Angela Merkel
Angela Merkel salvó la unidad de la eurozona y, con ello, su legado político. No quedó como una desalmada y obsesionada por las reglas porque, a fin de cuentas, otros 86 mil millones para Grecia no son una minucia. El que haya impuesto a Tsipras cada demanda de reforma deseada por la troika resulta fácil de defender: es por el propio bien de los griegos. Aparte del dinero, obtendrán una liberalización y modernización que nunca quisieron. Y, al final, sacarán provecho de eso, se argumenta.
Quienes critican lo ocurrido, hablan ya de un “Tratado de Versailles” para Grecia, dado que las condiciones para entregar más ayuda son percibidas como un sometimiento. Además, el asunto tiene sus bemoles. ¿Podrá Tsipras sobrevivir políticamente a este acuerdo, o desgarrará a su partido y su mayoría gubernamental? ¿Le perdonarán los electores la ruptura de todas sus promesas electorales? Y ¿son los griegos capaces de hacer reformas, pese a su historial de corrupción y tendencia a la bancarrota estatal?
Todo puede salir mal
El final feliz dista de estar garantizado. Las reformas podrían fracasar en ciernes o ser soslayadas por Syriza. Pero los controladores vigilarán estrictamente las prestaciones y contraprestaciones. Y hay algo que Tsipras ha tenido que aprender: no es fácil vérselas con Merkel. Ella es una maestra de la política del poder y los ardides estratégicos. A su lado, el joven griego parece un principiante. La canciller alemana ha rescatado una vez más al euro. Pero el drama griego dista de haber concluido. Con seguridad veremos en breve el próximo capítulo.