El camino de Draghi hacia la perdición
10 de marzo de 2016Lo hizo de nuevo. Mario Draghi, presidente del Banco Central Europeo (BCE), ha apretado otra vez las tuercas a los tipos de interés. La tasa de referencia en la eurozona se ubica así en un nivel de 0,0 por ciento. La expropiación a los ahorradores no solo prosigue, sino que se acentúa. También la de por sí controvertida compra de empréstitos se amplía una vez más. En vez de los actuales 60.000 millones de euros, el BCE pretende comprar títulos de deuda por 80.000 millones de euros. Mensualmente. Dicho programa de compra se expandirá incluso a empréstitos de empresas. Así, avanza una vez más el errático rumbo de Mario Draghi en cuanto a la política monetaria europea.
Programas sin efectos
Éste es el principal problema de quien se supone es el máximo guardián de la divisa europea: ninguna de las medidas que ha tomado hasta el momento ha tenido algún efecto positivo. Al contrario: la inflación que Draghi pretende impulsar imprimiendo dinero cada vez más rápidamente se mantiene igual que antes, cercana a cero. Y la coyuntura en la zona euro no parece recuperarse realmente. Las empresas se abstienen de realizar inversiones. Y, por eso mismo, tampoco necesitan solicitar créditos.
Los propios bancos, que tampoco presentan escasez de dinero fresco, no pueden en realidad librarse de él. Y si quisieran aparcarlo en el BCE, serían sancionados con intereses más altos. Así que la cuantiosa liquidez en el mercado se busca otro camino, pues finalmente debe acabar en algún lado: así es como se inflan por todas partes auténticas burbujas, ya sean en el mercado inmobiliario, o el del arte, u otro. Entre tanto, incluso se pagan cifras astronómicas por autos clásicos.
¡Compra petróleo, Mario!
¿Qué pretende Mario Draghi al inyectar cada vez más dinero en el mercado, cuando su plan actual ha fallado? ¿Acaso el mercado de empréstitos no se agotará pronto? Según sus propias reglas, el Banco Central Europeo no podrá comprar más de un tercio de los títulos de deuda de un país. Y a esto se suma el terco aferramiento a la meta inflacionaria de dos por ciento. Los precios en la zona euro no deben crecer más allá de dicha barrera. Pero ésta parece haber sido establecida de manera arbitraria, en tiempos en los que el barril de petróleo aún costaba cerca de 100 dólares. En vez de comprar títulos de deuda sin parar, el BCE podría mejor estrenarse como comprador de petróleo en Rotterdam, y almacenar el hidrocarburo en vez de papeles de deuda, sugiere Klaus Stopp, analista del Baader Bank.
¡O renuncia!
Desde el punto de vista de la política monetaria, lo que hace Mario Draghi es una locura. El dinero barato, a la larga, acaba con la confianza, crea dependencia como si fuera una droga, y seduce a gobiernos de la eurozona para que renuncien a llevar a cabo reformas. Uno no sana automáticamente a los pacientes aumentando la dosis de medicina. Bajo las actuales condiciones, lo que sucede es que se agranda la brecha entre el norte y el sur. Para los reyes del endeudamiento como España, Grecia, Italia y Portugal, la política de Draghi es una bendición. Pero para la zona euro, significa acercarse cada vez más al iceberg.
Las advertencias por escrito de la Comisión Europea, enviadas el pasado miércoles desde Bruselas a Madrid y Roma con nuevos llamados a ejercer el ahorro y a sacar adelante reformas, no ayudan en nada. Solo las bolsas parecieron alegrarse tras el anuncio de Draghi. Pero no es posible que cada vez que el mercado financiero lo pida, el presidente del BCE abra el grifo de dinero y haga subir de nuevo las cotizaciones de las acciones. Si acaso este fue el único propósito del ejercicio, entonces debería ponerse fin, y cuanto antes, a la gestión del italiano.