Opinión: ¿Adiós EE.UU., bienvenida China?
24 de mayo de 2018Las señales no podrían haber sido más distintas. La canciller fue recibida en Pekín con grandes gestos. Alfombra roja, muestras de unidad ante la prensa y de antemano un regalo tangible: China reducirá los aranceles de importación de automóviles. Tanto Alemania, el líder en exportaciones, como su principal mercado, China, están satisfechos.
Mientras tanto, en Estados Unidos, el ministro de Relaciones Exteriores Heiko Maas vivó una experiencia diametralmente opuesta. Sus interlocutores no hicieron ninguna concesión. Al contrario, el presidente Donald Trump sacó sus herramientas de tortura y amenazó nuevamente con imponer aranceles a los automóviles importados. Un ataque directo al principal negocio de Alemania – y no es el primero.
Hay demasiado en juego
Entonces, ¿Alemania simplemente debería cambiar de bando? ¿Darle la espalda al gigante norteamericano cada vez más agresivo y apostar por la creciente y benévola China? De ninguna manera. La alianza con Estados Unidos es demasiado estrecha, demasiado importante. Para Alemania incluso tiene una relevancia sistémica. "Too big to fail" (hay demasiado en juego como para fracasar) es, de hecho, el mensaje que Merkel y Maas propagan a los cuatro vientos.
Recientemente, tanto la canciller como el ministro de Exteriores subrayaron en Washington la importancia de las relaciones transatlánticas: la historia conjunta, los lazos culturales, la alianza de política de defensa de la OTAN. A pesar de que Trump le resta importancia a la amistad germano-americana, Alemania no se despedirá tan fácilmente de su gran aliado.
Berlín sigue apostando por los valores conjuntos y las promesas de años pasados, como el multilateralismo, el libre comercio, los derechos humanos. O, más concretamente: en el acuerdo nuclear con Irán, las reglas de la Organización Mundial del Comercio, la protección del clima. Heiko Maas insistió en la posición de una Europa unida. Con ello, también hace hincapié en que los alemanes cumplen su palabra y de que no están solos.
China y Rusia del otro lado
Recientemente Angela Merkel viajó a China y Rusia. Ambos gobiernos, al igual que la Unión Europea, quieren mantener el acuerdo nuclear con Irán. La solidaridad de los signatarios es importante. Sin embargo, más allá de ello, no hay muchas cosas en común. Ni hablar de las diferencias en cuanto a temas como la democracia y los derechos humanos. También en el ámbito económico los puntos de vista difieren.
El frente, que Alemania y China forman en relación con el acuerdo iraní, se desmorona con temas como la "propiedad intelectual". En este sentido, Alemania y Estados Unidos están de acuerdo en que el espionaje chino y las copias piratas representan una amenaza, que se debe combatir para proteger los propios intereses. La relación con Pekín es problemática en muchos sentidos.
Defender los intereses propios
Tanto las diferencias con Estados Unidos como con China muestran que Alemania tiene que defender sus intereses hoy más que nunca. En Washington y en Pekín, Maas y Merkel abogaron por los intereses alemanes, sin embargo, no pueden fiarse de que China y EE.UU. reaccionen con empatía y tengan consideración.
La relación entre Alemania y Estados Unidos ha cambiado masivamente bajo Donald Trump. Para el mandatario norteamericano, Berlín no es ningún amigo o aliado, sino un competidor, incluso un enemigo. Y una guerra comercial se vuelve cada vez más probable.
Durante décadas el gigante norteamericano fue el aliado más estrecho de Alemania más allá de Europa. Ni China ni Rusia podrán llenar el vacío que eventualmente dejaría Estados Unidos. De ahí que a Alemania no le quede otra cosa que luchar aún más intensivamente por una Europa fuerte e insistir en la estrecha amistad con los estadounidenses.
Fabian von der Mark (VT/ELM)
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