Opinión: Alemania lucha consigo misma
19 de marzo de 2018Ya en su primera entrevista, en calidad de nuevo ministro del Interior, el conservador Horst Seehofer dejó claro cómo piensa dirigir el debate en torno a Alemania y la integración: a través de la polarización y la marginación. Su frase "el islam no pertenece a Alemania" es un fatal catalizador que profundiza la división en Alemania. Justo ahora cuando se multiplican los ataques contra mezquitas e instituciones islámicas.
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Esto no solo afecta la convivencia en Alemania, sino, al final, también la solidaridad en la Unión Europea. Y es que con una mentalidad de exclusión y distanciamiento el bloque difícilmente podrá sobrevivir. La demanda de Seehofer de suspender el acuerdo de Schengen por un tiempo ilimitado solo genera más inseguridad.
Una oportunidad perdida
Más allá de la peligrosa retórica de Horst Seehofer, el político conservador también dejó pasar una oportunidad. Esto lo demuestra el acalorado debate que ha desatado.
Mientras una parte de la sociedad le da la espalda indignada, la otra lo aplaude: "Por fin alguien que dice lo que pensamos".
Una persona prudente no atizaría este conflicto con frases polémicas. Puesto que acaba de asumir su cargo tiene la oportunidad de acercarse a los problemas de una gran parte de los alemanes, sus inseguridades y sentimientos de amenaza. En Alemania viven cuatro millones de musulmanes. Eso es un hecho. Quien afirma que su religión no pertenece al país, acaba ayudando a las fuerzas extremistas.
¿Qué islam pertenece a Alemania?
¿Por qué Seehofer no pregunta simplemente qué tipo de islam pertenece a Alemania? Así, también le recuerda a las asociaciones musulmanas en tierras germanas que tienen la responsabilidad de contribuir a una conveniencia pacífica. ¿Por qué no intenta cooperar con aquellos musulmanes que se guían por la Constitución alemana, aquellos que interceden por la igualdad entre hombres y mujeres y luchan contra la discriminación de los homosexuales?
Esa es la mentalidad con la que el nuevo gobierno alemán debería abordar los nuevos retos de la integración. También sería una forma constructiva de abordar los miedos de aquellos que votaron por el partido populista de derecha Alternativa para Alemania, llevándolo al Parlamento.
No es casualidad que Alemania haya necesitado casi medio año para formar un gobierno. Es un reflejo de la intensidad con la que Alemania lucha por su identidad como país de inmigrantes. El permanente enfoque en el islam es solo una muestra más de la desorientación de algunos políticos.
Ines Pohl (VT/JOV)
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