Con Orbán y sus afines como socios, no hacen falta enemigos
17 de noviembre de 2020La retórica de Varsovia y Budapest ya es un descaro. El Gobierno polaco habla de "esclavización" por parte de la Unión Europea (UE), porque se quiere inmiscuir en los asuntos polacos. El primer ministro húngaro, Viktor Orbán, va aún más lejos y compara a la UE con la Unión Soviética, porque dice que le quiere imponer dictados a su país. Ambos dicen siempre que aborrecen su pasado comunista, pero en lo tocante a los asuntos de propaganda, mantienen la vieja tradición.
¡Lean los tratados!
Polonia y Hungría justifican con sus absurdas declaraciones su veto al presupuesto de la UE, ligado a la nueva cláusula del Estado de derecho. Esta apunta a vincular el pago de dinero del presupuesto comunitario al respeto de las normas democráticas. Por fin, habría que decir, porque semejante regla hacía falta desde hace mucho tiempo. El primer ministro húngaro, que aventaja todavía a sus colegas polacos en desfachatez, afirma al mismo tiempo que simplemente le corresponden los fondos de Bruselas, independientemente de lo que haga o deje de hacer en casa.
En Varsovia se cultiva la misma actitud. Se ve a Bruselas como una gran arca donde se va a buscar dinero con el que atraer electores y mantener dóciles a los correligionarios mediante negocillos. Polonia, uno de los mayores beneficiarios de la UE, ha recibido pagos anuales por un monto de aproximadamente 11.000 millones de euros netos. Algo semejante ocurre con Hungría, con un monto menor. Pero ambos hacen como si esos pagos no estuvieran ligados a ninguna obligación. Deberían leer de una vez por todas los tratados de adhesión a la UE, que suscribieron en 2004. Allí dice que los miembros de la UE están comprometidos con los principios democráticos.
Y estos nos son vagos ni transables, ni están sujetos a libre interpretación. Entre ellos se cuentan la independencia de la Justicia y la libertad de prensa, socavadas desde hace tiempo en Hungría. Polonia sigue progresivamente ese mismo camino.
La propia UE tiene la culpa
Debido al veto del presupuesto, la UE vuelve a estar en crisis. El acuerdo sobre los fondos para paliar los efectos de la pandemia del coronavirus ya había sido de por sí difícil. Y ahora le pasa la cuenta el haber contemplado desvalida y desinteresadamente el surgimiento de estructuras autoritarias, primero en Hungría y luego en Polonia. La neutralización de los medios de prensa en Hungría no ocurrió de la noche a la mañana, sino paulatinamente. Precisamente ahora, Orbán se dispone a silenciar el último sitio web independiente y la última radioemisora libre.
Algo similar ocurre con la Justicia. Cada par de meses se fue restringiendo la libertad de los jueces, hasta que finalmente el Gobierno los tuvo en su poder. Bruselas ha impulsado un par de demandas ente el Tribunal de Justicia Europeo, pero por lo demás ha guardado silencio. Los Gobiernos de la UE escabulleron el conflicto y fueron demasiado cobardes para utilizar los débiles recursos que tenían hasta ahora.
Precisamente los cristianodemócratas de Parlamento Europeo encubrieron por años las jugadas de Orbán para acaparar poder, y hasta ahora no han conseguido marginar de sus filas a su partido, el Fidez.
Con semejante socios…
Justamente en plena crisis del coronavirus, Polonia y Hungría toman de rehenes a los otros 25 socios de la UE, porque a todas luces tienen la intención de pisotear la democracia. Este es un hecho escandaloso sin precedentes y demuestra cómo se han alejado Jaroslaw Kaczynski y Jaroslaw Kaczynskiiktor Orbán de la asociación política de Europa.
A lo sumo cabría esperar semejante comportamiento de los peores enemigos. En el sur de Europa se necesitan los fondos para paliar la crisis del coronavirus con urgencia. Pero Varsovia y Budapest tampoco trepidan en chantajear, para seguir financiando su corrupta apropiación de poder con fondos de la UE. Con semejantes socios, nadie necesita enemigos. Lo que a la UE le hace falta con urgencia es una cláusula de expulsión. (ers/few)