Quemar una Estrella de David no es libertad de expresión
11 de diciembre de 2017El derecho a manifestarse en Alemania tiene mucho valor. Este derecho solo se puede restringir en muy contados casos. Por eso nuestra democracia tiene que soportar, una y otra vez, que en las calles alemanas se coreen lemas esencialmente antidemocráticos. Por ejemplo, la torpe expresión "fuera, extranjeros”.
Nuestro país aprendió de manera dolorosa de la dictadura nazi a dónde se puede llegar si el Estado tapa la boca a sus críticos y simplemente prohíbe las protestas en las calles. Por eso, es obvio que los críticos del gobierno de Angela Merkel se manifiesten o que los palestinos en Alemania expresen su ira por el planeado traslado de la embaja de Estados Unidos a Jerusalén.
No se puede mirar hacia otro lado
Sin embargo, nuestra historia no nos obliga a permitirlo todo. Todo lo contrario. Alemania es el país responsable del asesinato de, por lo menos, seis millones de judíos. Independientemente de cuánto tiempo hace del Holocausto, Alemania, en su lucha contra el antisemitismo, debe cumplir de por vida con una tarea especial. El país de los victimarios no puede hacer la vista gorda. En ningún lugar y, menos aún, en el propio país.
Por eso, no es aceptable bajo ninguna circunstancia que se quemen banderas con la Estrella de David en Alemania. La gente que busca protección en Alemania, que busca en este país una nueva patria, tiene que atenerse a ello. Hay pilares fundamentales de nuestra comunidad de valores que no son negociables.
Alemania, país de inmigración
Puede ser que en otros países sea habitual quemar banderas para deshonrar al adversario. La Constitución alemana se sostiene en el respeto por los otros y la protección de las minorías. Aunque no sea relevante desde el punto de vista jurídico-penal, no se puede aceptar que se quemen banderas turcas, rusas, estadounidenses o de Arabia Saudí, independientemente de cuánto se quiera criticar a los Gobiernos de algunos países. La convivencia en un país de inmigración, como es Alemania, solo tiene futuro si nunca olvidamos las lecciones de nuestra historia específica. Y quien no se sienta comprometido con esta herencia, no puede encontrar su futuro en Alemania. Esto no es negociable.
Ines Pohl (RMR/ERS)