Opinión: política autodestructiva
2 de julio de 2018Los alemanes sacuden la cabeza con incredulidad ante el espectáculo de Berlín y Múnich. A muchos les gustaría gritar en la Cancillería y en las sedes de los partidos algo así como "¡Hagan su trabajo!”, como lo escuchan los contribuyentes cada mañana, independientemente de que tengan compañeros o superiores insoportables, o no estén de acuerdo con sus decisiones.
Contradicción ciudadana
Realmente, los ciudadanos no les están facilitando las cosas a la política. De acuerdo con todas las encuestas, las propuestas del líder de la Unión Social Cristiana (CSU), Horst Seehofer, gozan de amplio apoyo entre la población. Precisamente, esas mismas encuestas alentaron la rebeldia de la Unión bávara. Por otra parte, los ciudadanos tampoco desean que esta política les cueste una crisis gubernamental y el fracaso de la coalición. En especial, el electorado de la Unión Demócrata Cristiana (CDU), generalmente tan amigo del orden.
El ciudadano alemán se pregunta: ¿Qué habrá cambiado con respecto a tres meses atrás, cuando se formó este Gobierno de coalición entre CDU, CSU y el Partido Socialdemócrata (SPD), después de largas negociaciones llenas de obstáculos? ¿En qué medida se trata de una cuestión política? ¿No se convirtió ya en una lucha personal entre la canciller y Seehofer? "Ya no puedo trabajar más con esta mujer”: si esa cita, que ahora niega Seehofer, fue realmente así, eso sería un duro golpe para su reputación, por poca profesionalidad.
En honor a la verdad, habría que reconocer que Angela Merkel también está cometiendo dramáticos errores en estos días. En la cumbre de la Unión Europea (UE) logró un éxito inesperado en la negociación. Pero si la cancillería anuncia con qué socios comunitarios se han hecho acuerdos y, poco después, tres de esos Estados lo niegan rotundamente, se genera de todo, menos confianza. ¿A quién creer ahora? Como lo sabe cualquier alcalde de pueblo, la confianza es la moneda corriente de la política. Y quien no la tenga, está políticamente acabado.
¿Crisis del Estado?
Esta crisis no es una crisis estatal. Incluso si la CSU abandonase el Gobierno federal, Los Verdes podrían entrar como socios de coalición. Independientemente de cómo acabe, la convocatoria a nuevas elecciones sería inverosímil. Se trata de una crisis entre los partidos de la Unión, que durante años defendieron, confiados, que no se podría formar gobierno sin ellos. "Miren al otro lado de los Alpes”, habría que decirles a la CDU y la CSU. Los democristianos italianos también fueron imprescindibles durante décadas y terminaron destruyéndose voluntariamente. Simplemente se disolvieron, y a nadie le molestó. ¿Y quién gobierna hoy en Italia? ¡Exactamente!. Seguro que los populistas de derecha de Alternativa para Alemania (AFD) ya están descorchando las botellas de champán desde hace días.
Autor: Felix Steiner (JAG/CP)
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