Opinión: la tragedia siria tiene muchos culpables
15 de marzo de 2015Las cifras son dramáticas y perturbadoras: en cuatro años, la guerra en Siria se ha cobrado la vida de más de 210.000 personas, entre ellas 10.000 niños. Además, la mitad de los 23 millones de sirios ha huido del país. Cerca de diez millones no tienen suficiente comida, más de once millones necesitan urgentemente agua potable, un sinnúmero de personas han resultado heridas o mutiladas, y toda una generación se encuentra traumatizada.
¿Y la comunidad internacional? En gran medida, mira para otro lado, mientras la violencia continúa. Y eso, desde hace muchos años. La situación no mejora, cada vez es más complicada y terrible para las personas afectadas.
Maquinarias letales
Junto al régimen del dictador Bashar Al Assad y sus aliados en Teherán, Moscú y la organización libanesa Hezbolá, también del otro lado del frente se ha formado una maquinaria letal: el llamado “Estado Islámico” (EI) y otros grupos suníes extremistas como el Frente Al Nusra. El EI cuenta con el apoyo financiero de patrocinadores en Turquía y los países del Golfo, masacra a sus enemigos, así como a civiles, y escenifica sus matanzas inhumanas abusando de manera pérfida de los medios de comunicación modernos. En tanto, muchas veces se olvida que el régimen de Assad y sus milicias aliadas son igual de brutales, al emplear bombas de barril contra civiles, y que incluso se han cobrado la vida de muchas más personas.
El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, António Guterres, tiene razón al hablar de “la peor crisis humanitaria de nuestros tiempos”. Los medios y organizaciones humanitarias y de derechos humanos critican duramente “el fracaso de la comunidad internacional”. Todos hemos fracasado, poco importa si vivimos en Alemania, Rusia, Estados Unidos, Irán o Arabia Saudí. Ninguno de los gobiernos que quizá hubiera podido hacer algo -por ejemplo, mediar seriamente o incluso intervenir militarmente- hace nada. No hacen nada porque persiguen sus propios intereses políticos o económicos en la región o porque temen las consecuencias que podría tener una intervención para Cercano Oriente o incluso a nivel mundial. Lo que más pena da es que no todas las promesas de ayuda humanitaria se han cumplido y que, sobre todo en los países europeos, los refugiados sirios sean rechazados por una parte de la sociedad como “carga económica” o personas “culturalmente ajenas”.
Inactividad que avergüenza
Muchos expertos opinan que desde el principio se debió apoyar con armas a la oposición siria moderada. Quizá entonces el conflicto se hubiera desarrollado de otra manera. No obstante, de eso no podemos estar seguros. Si bien el Congreso Nacional Sirio y el llamado Ejército Libre Sirio no se pueden comparar con los asesinos del régimen y del EI, y si bien las fuerzas inteligentes y moderadas no fueron apoyadas suficientemente por Europa y EE. UU., también estas fracasaron a nivel político. No han logrado convencer a los cristianos y alevíes sirios de participar en un levantamiento democrático.
Assad: ¿el mal menor?
Muchas fuerzas opositoras moderadas tampoco se distanciaron claramente desde el principio del odio confesionista del Estado Islámico, sino que, durante demasiado tiempo, consideraron al EI como un aliado táctico contra Al Assad. Son, en parte, responsables de que la milicia terrorista cobrara fuerza, al igual que Al Assad, pese a que esta no había sido su intención. Al principio, el dictador no atacó a los yihadistas, porque estos le servían a sus intereses: solo con su “ayuda” logró que muchos alevíes, cristianos y algunos suníes buscaran la “protección” de su régimen. En tanto, incluso algunos observadores occidentales se preguntan si, ante la amenaza de los “monstruos del EI”, no sería mejor apoyar la lucha de Assad, a quien se le considera el mal menor, contra los terroristas.
De ninguna manera. Assad no es mejor que los extremistas del Estado Islámico. Es él quien hace cuatro años provocó la escalada de violencia al ordenar disparar contra manifestantes pacíficos que demandaban más democracia.
También los sirios han fracasado
No obstante, en Siria no solo ha fracasado la comunidad internacional. También los líderes y representantes políticos y religiosos de los sirios han fracasado, conduciendo al país a un conflicto cada vez más sangriento. Hace cuatro años, Siria era un país fascinante con una cultura diversa. Ese país ya no existe. Los mismos sirios lo han destruido con la ayuda de sus aliados extranjeros, y han permitido que sus niños crezcan en un clima marcado por el odio, la muerte y la violencia. Y el resto del mundo sigue mirando para otro lado.