Opinión: ¡El PIB ya no es fiable!
25 de febrero de 2018Desafortunadamente no es una broma, es una verdad aterradora. Aunque la lista de deficiencias en el registro, cálculo e interpretación del producto interno bruto (PIB) es larga y legendaria, el PIB sigue siendo la única medida grave de la actividad macroeconómica. Como si todo en la investigación estuviera bien, publicamos todo lo que tenemos en la ciencia y la industria, publicamos regularmente previsiones trimestrales o anuales de cómo se desarrollará el PIB a corto y mediano plazo. Asimismo, todos aquellos que marcan la pauta en los medios de comunicación y públicamente recogen con seriedad los datos de los expertos.
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Centrarse en el PIB y sus cambios es un error mayor que nunca antes. No se trata de la vieja crítica "izquierdista" de que el PIB sólo refleja la prosperidad en su conjunto, pero no dice nada sobre su distribución, por lo que no puede ser un indicador del bienestar de una sociedad. La nueva crítica es mucho más fundamental. Se basa en el hecho de que la medición del PIB ha perdido contacto con la realidad. El PIB ya estaba limitado en su capacidad para reflejar el cambio estructural de la industria "real" a una sociedad de servicios y conocimiento "invisible". En la era de la digitalización, el PIB no es más que un termómetro del clima económico.
Las nuevas tecnologías están desplazando una parte cada vez mayor del valor agregado hacia áreas virtuales más allá de la realidad física de los bienes. Sin embargo, para muchas de las innovaciones de la digitalización, que están separadas del espacio y del material, existe una simple (aún) falta de cifras estadísticas macroeconómicas. En el mejor de los casos, los activos de información con carácter de red sólo se registran parcialmente. Si las aplicaciones o plataformas modernas como Uber, Car to Go o Airbnb permiten una economía compartida y, por lo tanto, un uso mucho más eficiente de los bienes, coches o viviendas existentes, el PIB sólo refleja los efectos, si acaso, con aproximaciones rudimentarias.
El valor agregado en Internet no se registra
Una considerable riqueza de bienes de consumo está disponible en Internet de forma casi gratuita y, por lo tanto, no aparece en el PIB. Sin embargo, sustituyen a la compra de productos de mercado alternativos incluidos en el PIB. Si Wikipedia proporciona acceso a un diccionario en línea y Youtube reproducción de vídeos y películas, o si los nerds ponen sus propios juegos, software, videos musicales o fotos en la red para el público en general, entonces los usuarios reciben algo sin tener que pagar por ello. Pero aunque la satisfacción o el bienestar de las personas está aumentando, el PIB está disminuyendo porque se están comprando menos diccionarios o DVD. Lo mismo se aplica si los medios impresos de pago son reemplazados por portales de noticias electrónicas de acceso libre. Entonces la gente obtiene un acceso más barato, rápido y fácil a la información. Sin embargo, el PIB está cayendo porque los medios tradicionales, como los periódicos y las revistas, están perdiendo ventas, lo que provoca despidos y un menor valor agregado.
El valor agregado en Internet, el intercambio virtual de los datos digitales, así como los efectos de una Sharing Economy, en la que los bienes duraderos especialmente "caros" -como las casas, los automóviles o los aparatos eléctricos- se utilizan conjuntamente y no se compran individualmente, eluden partes considerables del registro físico, la asignación de espacio y la limitación temporal.
Es por eso que el PIB y sus métodos de medición son menos relevantes que nunca. Reconocer esto no es solo un requisito mínimo para la ciencia, que tiene que buscar nuevos y mejores métodos. También es necesario comunicar al público y a los medios de comunicación lo absurdo que se ha vuelto pensar en los movimientos marginales detrás de la coma decimal del PIB, o incluso preocuparse o sentirse eufórico cuando los problemas fundamentales ponen en tela de juicio todo el concepto.
Las previsiones del PIB son ahora más claras que nunca y más prudentes que nunca sobre el falso fetichismo numérico. Las predicciones, aparentemente calculadas con tanta precisión, carecen de un anclaje fiable en la realidad de la era digital. Por esa razón no tienen la calidad necesaria para servir a la política y a la economía como una brújula que señale el camino a seguir.
Thomas Straubhaar es profesor de Relaciones Económicas Internacionales en la Universidad de Hamburgo y fue director del Instituto de Economía Internacional de Hamburgo (HWWI).
Autor: Thomas Straubhaar (CT/LGC)
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