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Opinión: El papa y la "r" de rohingya

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Rodion Ebbighausen
1 de diciembre de 2017

Durante su visita de cinco días a Myanmar y Bangladesh, el papa mencionó a la etnia rohingya en el último momento. Una decisión equivocada, considera Rodion Ebbighausen.

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El papa en encuentro con miembros de la etnia rohingya en Dhaka, Bangladesh.
El papa en encuentro con miembros de la etnia rohingya en Dhaka, Bangladesh. Imagen: Reuters/D. Sagolj

En la disputa en torno a la interpretación de la crisis humanitaria de la etnia rohingya hay tres posturas: la facción pro-rohingya, que, a su vez, puede subdividirse en tres grupos. En primer lugar, los militantes musulmanes del Ejército de Salvación Rohingya de Rakhine Arakan y sus partidarios, que quieren hacer valer sus creencias por la fuerza y han desencadenado la actual crisis de refugiados con su ataque el 25 de agosto.

En segundo lugar, los activistas rohingya bien conectados y vociferantes, que hablan imprudentemente de genocidio y desarrollan una masiva campaña mediática y de relaciones públicas, sin apartarse de las noticias falsas.

En tercer lugar, los moralistas, que están bastante seguros de que están del lado correcto y creen que todos los problemas se resolverían si solo se respetaran los derechos humanos. Este grupo ignora la complejidad y profundidad del histórico conflicto. En él se incluyen importantes organizaciones de derechos humanos como Amnistía Internacional o Human Rights Watch.

Lo que une a estos tres grupos es su toma de partido por los rohingya. Lo que los distingue son los medios aceptados para lograr sus objetivos. En todo caso, todos le exigieron al papa mencionar el término "rohingya".

Sus contradictores se alinean en la facción anti-rohingya, que lograron que el papa evitara pronunciar hasta la "r” de rohingya durante su visita a Myanmar. Este grupo también se puede dividir en al menos dos grupos: Hay racistas en Myanmar que son reacios a aceptar que la mayoría de los rohingya ha vivido en el estado de Rakhine durante generaciones. Temen la islamización de Myanmar y la extinción de la cultura budista.

Por otra parte, están los ultranacionalistas, algunos de los cuales son monjes, que incitan al odio contra los rohingya, e incluso consideran que las acciones de los militares son demasiado permisivas, y opinan que el término "musulmanes del estado de Rakhine" es una impertinencia. En su opinión, sería necesario hablar de "bengalíes".

Ebbighausen Rodion, periodista de DW.
Ebbighausen Rodion, periodista de DW. Imagen: DW

Unidos en el objetivo, en disputa por la vía

Entre estos grupos se encuentra una tercera facción, que se puede llamar de diplomáticos o realistas. Esta pequeña minoría busca evitar los estereotipos de los simpatizantes de los rohingya, especialmente en Occidente, así como el resentimiento prevaleciente de los que odian a los rohingya en Myanmar. El exsecretario general de la ONU Kofi Annan y la Premio Nobel de la Paz Aung San Suu Kyi, muy criticados en medio de la crisis, pertenecen a este grupo que habla de "Musulmanes del estado de Rakhine", algo que abre la puerta a todos los moderados en el conflicto.

Los rohingya son primero que todo, humanos

Este es el único punto desde el cual se puede concebir una solución no violenta al conflicto. Al fin y al cabo, se trata de concebir a los rohingya no como etnia sino como lo que son: seres humanos con derechos fundamentales que hay que respetar.

Annan hizo lo correcto al recomendarle al Papa evitar mencionar a los rohingya, antes y durante la visita a Myanmar. Desafortunadamente, el papa pronunció la palabra rohingya en Bangladesh, apoyando así una de las partes del conflicto, que ahora puede utilizar a su favor la autoridad del jefe de El Vaticano.