Opinión: El cambio en Irán es imparable
2 de enero de 2018Durante por lo menos dos años, muchos expertos en Irán advirtieron que la acumulación de problemas económicos, sociales y políticos iba a conducir a un levantamiento. Ahora se han cumplido los alarmantes pronósticos: presionada por la miseria, la gente ha salido a la calle.
Son las consecuencias de cuatro décadas de "República Islámica": más de un 40 por ciento de los cerca de 80 millones de habitantes viven por debajo del umbral de riesgo de pobreza relativa. En algunas regiones rurales incluso se ve afectado entre un 60 y un 70 por ciento.
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Unos 11 millones de personas viven en barrios marginales en las afueras de las grandes ciudades. Más de una cuarta parte de los jóvenes entre 15 y 24 años está desempleada. Lo mismo vale para los académicos.
La riqueza desaparece
Y eso que Irán es un país rico. Durante la presidencia de Mahmoud Ahmadineyad, de 2005 a 2013, el país obtuvo ingresos por casi 700 mil millones de dólares por exportaciones de petróleo. Sin embargo, el dinero no se usó para combatir la pobreza o el desempleo. Gran parte fue invertida en instituciones religiosas e ideológicas, cercanas al Estado. Además se destinaron enormes cantidades al programa nuclear y balístico. Se gastaron miles de millones de dólares para apoyar al régimen de Bashar Al Asad en Siria. De forma similar se patrocina a Hezbolá en Líbano, a unidades chiitas en Irak y a los rebeldes hutíes en Yemen.
Al mismo tiempo, se paralizaron en Irán decenas de miles de proyectos de desarrollo. Simplemente no hay dinero. Si tan solo se hubiera invertido en esos proyectos una fracción de lo que se gastó en el exterior, hoy día muchos jóvenes iraníes tendrían un empleo.
Rohaní decepcionó
Durante la campaña electoral de 2013, en el apogeo de la crisis nuclear, el presidente Hasán Rohaní prometió resolver tanto la crisis atómica con Occidente como los problemas cotidianos de la gente.
Rohaní alcanzó una solución razonable en torno al programa nuclear iraní. Sin embargo, no supo solucionar los problemas económicos de las personas. Las razones son múltiples: la economía nacionalizada y altamente ineficiente de Irán, la falta de apoyo al acuerdo nuclear por parte del líder religioso, el ayatolá Jamenei, la victoria de Donald Trump en Estados Unidos, el recelo de Europa ante la cooperación con Irán y la creciente tensión en la región –sobre todo con Arabia Saudí– han agravado la situación. Rohaní no ha cumplido sus promesas.
El descontento crece
Las protestas actuales empezaron como exigencias económicas, pero rápidamente adoptaron una dimensión política. Al principio, las manifestaciones estaban dirigidas contra un aumento de los precios y el gobierno de Rohaní. Sin embargo, al poco tiempo se puso en duda el sistema en su conjunto. Los iraníes han perdido por completo la confianza en las instituciones estatales. Esa es también la razón de la rápida expansión de las protestas, que han derivado en enfrentamientos violentos.
Las protestas nacieron a raíz de la mezcla de pobreza y desempleo, por un lado, y la falta de confianza en el gobierno y las instituciones, por otro. Pero las manifestaciones llevan pocos días. Sobre todo la población pobre de las ciudades ha salido a las calles. Hasta ahora no se les han unido influyentes disidentes políticos y culturales. El gobierno aún puede reprimir las protestas con violencia, sobre todo si no se les unen más partes de la descontenta sociedad iraní. Como consecuencia, a corto plazo, los militares y los halcones conservadores podrían ganar más poder. Sin embargo, esto no evitará que el descontento siga creciendo y que aquellas fuerzas que exigen un cambio cada día se vuelvan más fuertes.
Mostafa Malekan (VT/ERS)
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