Oliver Neuville: "Jacques", el veloz
12 de abril de 2006Los hinchas paraguayos de seguro lo recuerdan muy bien, por el gol que marcó contra su selección nacional en los octavos de final del Mundial de Japón y Corea del Sur, el 15 de junio de 2002. Los alemanes tampoco han olvidado el notable desempeño de Oliver Neuville en esa Copa del Mundo, en cuya final se lució y por poco anota en el arco brasileño, de no haber sido por el porfiado poste que se interpuso.
Un toque "multicultural"
Nacido en 1973 en Locarno y crecido en Ascona, Oliver Neuville aportó desde un comienzo un toque "multicultural" a la selección alemana de fútbol, con la que debutó en 1998 en un partido contra Malta. De hecho, cuando fue convocado a sus filas, ni siquiera dominaba el idioma alemán, lo que lo convirtió por ese entonces en un personaje curioso, que necesitaba un "intérprete". Neuville reconoce que su padre -un alemán de Aquisgrán que también fue futbolista-, intentó por todos los medios inculcarle la lengua de Goethe, pero él se resistía de niño a aprender. Entretanto lo domina y, además, se lo conoce como un talento idiomático por hablar también, inglés y español, aparte lógicamente de italiano y francés.
Neuville comenzó su carrera futbolística en Suiza. Luego, en Alemania, donde se inició en las lides de la Bundesliga en la temporada 1998/99 vistiendo la camiseta del Hansa Rostock. Allí llamó la atención del entrenador Ewald Lienen por su "rapidez, técnica y peligrosidad frente al arco", convirtiéndose en puntero solitario. También otros equipos se fijaron en él. El Bayer Leverkussen fue su segundo club en la primera división germana y actualmente integra el plantel del Borussia Mönchengladbach.
"Jaques", el veloz
En lo personal, Oliver Neuville es un hombre tranquilo, más bien tímido, al que le gusta dormir, comer y disfrutar de un buen vaso de vino. Sus platillos predilectos son la pasta y la pizza, lo cual no tiene nada de extraño, considerando que su madre es italiana. Y, por lo visto, esas aficiones culinarias no lo han hecho perder su sello distintivo: la velocidad. De hecho, en sus tiempos de Rostock, se ganó el apodo de "Jacques" en alusión al piloto de Fórmula 1 canadiense Jacques Villeneuve. El tiempo ha pasado, pero Neuville sigue haciéndole honor al nombre: en el test de condición física realizado hace un año, resultó ser el más rápido de toda la escuadra alemana. Su marca: 30 metros en 3,84 segundos.