Odio en el corazón de Alemania
20 de febrero de 2020Ahora también en Hanau. Por tercera vez en pocos meses el odio y la locura se han impuesto en Alemania. Luego de que el político conservador Walter Lübcke fuese asesinado en junio del año pasado por su compromiso con los refugiados, un extremista de derecha intentó llevar a cabo una masacre en una sinagoga de Halle, algo que solo una sólida puerta logró evitar. Y ahora un hombre ha matado a diez personas en Hanau, cerca de Fráncfort. Antes de lanzarse a asesinar a los clientes de dos bares de pipas y a su propia madre, dejó un video repleto de teorías de la conspiración y racismo.
Caldo de cultivo para los asesinatos
Estos atacantes dirigen su odio hacia todo lo que no encaja en su definición racista y nacioanalista de Alemania. Da igual que estuviesen o no relacionados entre sí por internet y en contacto con otros individuos o grupos de extrema derecha: Alemania debe aceptar que esta escalada de odio ha llegado al corazón de nuestro país. Tanto los políticos como la sociedad civil deben hacer frente a la realidad de que el caldo de cultivo de estos asesinos son las ideologías racistas, machistas y ultraderechistas que gozan de un visto bueno en muchos círculos.
Estos asesinatos no son hechos aislados. Da igual que esta violencia contraria a la dignidad humana se dirija contra los políticos de mente abierta, contra los judíos o los musulmanes: son manifestaciones de lo que crece en el clima social de Alemania. Y son una alerta para que comprobemos si el Estado sigue teniendo los instrumentos adecuados para llevar a cabo sus tareas soberanas de proteger la seguridad de las ciudadanas y los ciudadanos, con independencia del origen, la religión y el género, como manda la Constitución.
El odio y la locura en internet traen la muerte
¿Qué medidas pueden tomarse para hacer estallar la burbuja de odio y locura en la red? No es ningún cosmos virtual de almas pobres y confusas que puedan desahogarse amparadas por la protección de la libertad de información. Hanau es una prueba más de que esta incitación al odio no está exenta de consecuencias. Al contrario: trae la muerte.
La política debe ahora responder de forma clara, rápida y unívoca. No solo con palabras. De lo contrario, la situación se desequilibrará en algún momento y al final estará en juego lo que nuestro Estado de derecho hace con sus libertades individuales. La canciller alemana, Angela Merkel, ha encontrado buenas palabras para describirlo: "el racismo es un veneno”. Pero el diagnóstico solo no basta. La respuesta debe ser un desafío claro: ¡Contra todas las ideologías que denigran la dignidad humana! Y contra su difusión en internet. Esta responsabilidad no puede delegarse únicamente Facebook, Twitter u otras grandes empresas del sector.
(eal/ers)
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