Obispos chilenos: ¿Cómo recuperar la confianza?
31 de julio de 2018No es peccata minuta. Ni un solo caso es justificable. Pero, en Chile hay más de un centenar de investigaciones sobre casos desde el inicio de este milenio. Se habla de más de 260 víctimas, más de la mitad de las cuales eran menores de edad en el momento en que sufrieron abuso. Según la Fiscalía chilena, hay 158 personas relacionadas con el clero que han sido o están siendo investigadas. Son cifras apabullantes, que dan cuenta de la magnitud de esta ciénaga de abusos sexuales y encubrimientos, que ha salpicado hasta la cúspide de la jerarquía eclesiástica. Tanto es así, que el propio arzobispo de Santiago, el cardenal Ricardo Ezzati, ha sido citado por la Justicia a declarar el 21 de agosto en la ciudad de Rancagua, como imputado por presunto encubrimiento.
Descrédito eclesiástico
"En estos momentos, los obispos chilenos no pueden hablar de nada, han perdido todo crédito. Es una situación gravísima”, dice Jorge Costadoat, jesuita, investigador de la Facultad de Teología de la Universidad Católica de Chile. ¿Qué se puede esperar de esta reunión de los prelados? El sacerdote considera muy importante ”que los obispos digan que quieren colaborar en todo con la Justicia civil. Y que estén dispuestos a reparar el daño causado a las víctimas por todas las vías que sea posible, incluso la económica. No es la más importante, pero sí es necesario que haya una voluntad de reparación humana de las personas, de su dignidad y de los perjuicios que estos abusos les hayan podido causar en todo orden de cosas”.
El Papa Francisco ha aceptado entretanto cinco de las renuncias que los obispos le presentaron en pleno. Algunas de las víctimas, como Juan Carlos Cruz, piensan que deberían irse muchos más. "Es muy difícil desmantelar un aparato. Les va a costar mucho trabajo reemplazar algo que existe desde hace mucho tiempo”, dice Elfriede Harth, quien fuera fue vocera internacional de Wir sind Kirche, el movimiento católico de base Somos Iglesia.
Los problemas de Francisco
La politóloga hace notar las dificultades que tiene el Papa para llevar adelante las reformas que se ha propuesto realizar, y afirma que el pontífice no quiere iniciar una "revolución de palacio”, con la que "no se sabe qué puede pasar”. A su juicio, Francisco "está tratando de hacerlo con pies de plomo, tratando de convencer a los tibios y a los cobardes para que por fin asuman de una manera responsable lo que deben asumir como dirigentes de la Iglesia”. Según Elfriede Harth, esta estrategia lo llevó a tener consejeros "que no le dicen las cosas como son”, hecho al que atribuye el error que cometió en su visita a Chile, al defender públicamente al obispo Barros, entretanto renunciado. Un error que el Papa reconoció y trató de enmendar, lo que, según la activista de Wir sind Kirche, gatilló que el asunto adquiriera tales dimensiones en Chile, pese a que los problemas de abusos sexuales y encubrimiento dentro de la Iglesia han sacudido a muchos países.
Por su parte, Costadoat considera que en Chile se sumaron varios factores que explican la magnitud de la crisis. Por ejemplo, el escándalo Karadima, que tuvo gran resonancia, y los intentos de encubrimiento. Destaca que "a eso se suma una irritación muy grande de los chilenos y los católicos con una jerarquía eclesiástica que en los últimos 20 años se ha centrado en los temas de la moral sexual. Y al final han terminado (saliendo a la luz) los abusos sexuales de los sacerdotes. Hay una inconsistencia muy grande”.
Oportunidad de cambio
Con todo, Elfriede Harth estima que, para la iglesia de Chile, esta "crisis horrible” también es una oportunidad. "Creo que seguramente habrá cambios. Y habrá la posibilidad de ciertas aperturas, habrá una renovación. Pero ¿hasta qué punto? Quién sabe…”
Pensando en un eventual cambio en la diócesis de Santiago, Costadoat espera que se nombre "a alguien de fuera, por la desautorización tan grande de los obispos chilenos. Se necesita a alguien con autoridad, que dé mas confianza y que no tenga tantos vínculos comprometedores aquí en Chile”.
De todos modos, el sacerdote jesuita, que actualmente no puede ejercer la docencia porque el cardenal Ezzati estimó "que enseñaba con mucha libertad”, piensa que "no debería haber una vuelta atrás” en cuanto al modo de ser Iglesia. "Lo que realmente espero es que venga algo bastante nuevo. Sobre todo espero que sean los laicos los que se reorganicen, que sean capaces de crear cosas nuevas; especialmente importante es que se generen comunidades cristianas de todo tipo y que sean comunidades abiertas a la sociedad y tengan una opción preferencial por los pobres”. Un tema sobre el que se ha hablado con seguridad gran cantidad de veces en la casa de ejercicios de Punta de Tralca, donde los obispos tienen ahora mucho que reflexionar.
Emili Rojas (CP)
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