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Nuevo capítulo en la guerra del gas

Emilia Rojas Sasse26 de diciembre de 2006

Bielorrusia, país por el que atraviesan gasoductos claves para el abastecimiento de Europa occidental, se resiste al alza de precio que se propone aplicar el consorcio ruso Gasprom. Éste amenaza con cerrar el grifo.

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Las arterias del gas ruso son vitales para Europa.Imagen: dpa - Report

La historia se repite. El año pasado, el protagonista de la pugna con el gigante Gasprom fue Ucrania. Ahora le toca el turno a Bielorrusia, que se resiste a aceptar un alza de precio de 47 a 200 dólares por 1000 metros cúbicos de gas que el consorcio ruso pretende aplicar a partir de comienzos del año 2007. Y tampoco se muestra proclive al trato que proponen los rusos para aminorar el golpe: rebajar el precio a 80 dólares, a cambio de que Bielorrusia le ceda el 50% del control de los gasoductos del país. Las negociaciones hasta el momento no han dado fruto y, aunque todavía hay tiempo, cabe temer que el 1 de enero se desate la pugna abiertamente y Gasprom reduzca el suministro.

Preocupación en Europa

La disputa también es motivo de preocupación en Europa, dado que por los gasoductos bielorrusos también pasa el gas rumbo a Occidente. Pero Gasprom ha aprendido de la experiencia del año pasado, cuando el tira y afloja con Ucrania provocó más temores que problemas reales a sus clientes europeos, reportándole muy mala prensa. Por eso ha tomado recaudos. Según informaciones de círculos empresariales, ha almacenado ya grandes cantidades en depósitos de gas en Alemania, para garantizar el suministro pese a los altercados que puedan producirse en Bielorrusia.

No obstante, el episodio vuelve a recordar a los europeos cuán dependientes son en materia energética. Cerca de un tercio del gas que consume Alemania es de origen ruso. Para la Unión Europea, Rusia es actualmente el principal abastecedor de gas natural y petróleo. Pero Gasprom no se da por satisfecho y sigue su curso de expansión. Su intención es controlar, de punta a cabo, la cadena de gasoductos que llevan el producto a los países destinatarios. El comisario de Energía de la UE, Andris Piebalgs, indicó en una entrevista que también Europa desea tener acceso "en términos no discriminatorios" a los gasoductos rusos, explicando que de seguro los empresarios europeos tendrían interés en invertir allí si se establecen "marcos legales seguros y transparentes".

La omnipotencia de Gasprom

La estrategia de Gasprom no se limita, sin embargo, al plano de los negocios. Decisiones como la de elevar también los precios que cobra a los países otrora pertenecientes a la Unión Soviética a los niveles del mercado internacional también tienen un aspecto político. Por lo demás, el consorcio que tiene el monopolio del gas en Rusia ya ha dejado en evidencia que sus intereses trascienden el sector de la energía: tras haber adquirido la mayor estación de televisión privada rusa, NTV, y el diario Iswestia, ahora se propone comprar el periódico más leído del país, el popular Komsomolskaya Pravda.

El poder mediático de Gasprom inquieta en Europa casi tanto como su enorme influencia en el sector energético. El presidente de la Comisión de la UE, José Manuel Durao Barroso, advirtió recientemente en una entrevista del peligro que ello podría plantear para la democracia rusa. A su juicio, no hay en principio nada que objetar si una empresa se interesa por los medios de comunicación, pero el problema surge cuando dicha empresa es un monopolista estatal como Gasprom, porque se ve amenazada la función de control que la prensa debe ejercer sobre el Estado.