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Nuevas pruebas de que Grecia deporta ilegalmente migrantes

Florian Schmitz | Alexia Kalaitzi | Burcu Karakas
22 de mayo de 2020

Nuevas investigaciones sugieren que Grecia deporta ilegalmente migrantes a Turquía. Junto con un equipo internacional de investigación, DW habló con víctimas de esas devoluciones.

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Peticionarios de asilo afganos devueltos desde Grecia a Turquía.
Peticionarios de asilo afganos devueltos desde Grecia a Turquía. Imagen: Burcu Karakas

"Venga conmigo y le haremos papeles nuevos", dijo un policía griego a Bajtyar a finales del pasado mes de abril. El joven afgano, de 22 años, creyó que esa oferta le acercaba a su sueño de iniciar una nueva vida en Europa. En lugar de ello, sufrió un duro revés. Dos meses antes, Bajtyar había cruzado el río Maritsas, una frontera natural entre Turquía y Grecia que muchos migrantes tratan de salvar para llegar a la UE. Él logró llegar hasta Diavata, un campo de refugiados cercano a Tesalónica, la segunda gran ciudad de Grecia. Inmediatamente después de su llegada, se reportó ante la Policía griega. Una foto de su documento muestra la fecha: 12 de febrero de 2020. El registro es el primer paso en los procesos de asilo, pero Bakhtyar no ha podido presentar su solicitud por las estrictas medidas debidas a la pandemia del nuevo coronavirus.

Deportado antes de pedir asilo

Según Bajtyar, los oficiales que lo abordaron lo trasladaron en un pequeño autobús hasta una comisaría en el centro de Tesalónica. Pero allí no consiguió los papeles que le habían prometido. De acuerdo con su relato, los funcionarios confiscaron sus objetos personales, entre otros, su celular. Después fue trasladado a otra estación policial, donde lo golpearon. Después lo sentaron en la parte trasera de una camioneta. Bajtyar explica que había telas colgando, lo que impedía que desde afuera se pudiera ver lo que había en el interior. Lo que el refugiado afgano no sabía en ese momento es que el trayecto lo llevaba en dirección este: recorría en sentido contrario la ruta que él, con tanto esfuerzo, había hecho como refugiado. Bajtyar lo supo cuando el vehículo se detuvo y él pudo bajarse. Se encontraba a la orilla del río Maritsas. Y no era el único. Según informa, también había otros solicitantes de asilo que eran obligados a embarcar en botes de goma en grupos de diez. El caporal hablaba griego con los hombres que los custodiaban, por lo que supuso que eran policías. Con los refugiados hablaba dari, la lengua materna de Bajtyar, a quien pareció claro que no era la primera vez que el barquero cruzaba de estaba manera el río Maritsas.

La frontera entre Grecia y Turquía y todos los procesos de deportación están cancelados por la pandemia de coronavirus. Cuando Bajtyar y los hombres que lo acompañaban en el bote alcanzaron la orilla turca, nada ni nadie los esperaba.

Testimonios verificados

Nos reunimos con Bajtyar en el distrito Esenler de Estambul, donde vive ahora Bajtyar, al igual que muchos otros afganos. Está triste y enfadado. Su único objetivo es volver a Grecia tan pronto como sea posible. Aún sueña con vivir en Europa. Su caso no es el único. Esta investigación está a cargo de DW, el diario holandés Trouw, de la organización Lighthouse Reports, especializada en periodismo de investigación, y de la red independiente de verificación de datos Bellingcat.

Nos reunimos con Bajtyar y otros jóvenes refugiados en Turquía. Comprobamos que están allí después de una estancia en Grecia, ellos aseguran que las autoridades griegas los han deportado contra su voluntad. Se trata de testimonios independientes unos de otros y el análisis de todos ellos arroja un patrón recurrente. Todos los afectados son hombres, menores de 30 años y están solos. La mayoría procede de Afganistán, algunos de Pakistán y otros del norte de África. Todos fueron o detenidos por la Policía local en el campo de Diavata o en sus alrededores. Junto con los medios con los que cooperamos, entrevistamos en Grecia y Turquía a testigos oculares, reunimos documentos de la Policía griega y encontramos una cadena de pruebas desde el campo de refugiados de Diavata hasta las calles de Estambul. Con ayuda de material de libre acceso y de publicaciones en redes sociales de fotos con monumentos griegos que localizamos geográficamente, pudimos verificar los testimonios de nuestros interlocutores.

Devoluciones Grecia-Turquía:  "Volveré a cruzar la frontera. Debo hacerlo"

Evros, río fronterizo entre Grecia y Turquía
Evros, río fronterizo entre Grecia y TurquíaImagen: Alexia Kalaitzi

DW se reunió en Estambul con víctimas de "push-backs" o devoluciones recientes, deportaciones en las que los migrantes no tienen oportunidad de pedir asilo, por lo que violan la convención europea de derechos humanos.

Rashid tiene 24 años. Hace tres huyó de Afganistán y llegó a Turquía, donde trabajó como ayudante de mudanzas en Ankara antes de marchar a Estambul. Allí se abrió camino como soldador. En Turquía gozaba de un estado de protección temporal, pero no tenía derecho a atención sanitaria ni alojamiento. "La vida en Turquía es muy incierta para los jóvenes afganos. No tienen acceso al sistema de salud ni a los servicios sociales", explica a DW Zakira Hekmat, cofundadora de la asociación Afghan Refugees Solidarity en Turquía. "Tienen empleos precarios, mal pagados y sin contrato. Se trata de esclavitud moderna", subraya. Suelen ocuparse en la economía ilegal y llevan a cabo duros trabajos físicos en la construcción, los medios de transporte o en el sector textil.

Rashid abandonó Turquía buscando un futuro mejor. Logró cruzar el Maritsas y vivió dos meses en una tienda junto al campo de refugiados de Diavata, erigido en 2016. A finales de marzo volvía de su plegaria del viernes cuando la Policía lo detuvo. Un autobús blanco se paró junto a él y varios hombres sin uniforme le ordenaron subir al vehículo. Rashid no sabía quiénes eran, pero relata que, más tarde, en la comisaría, comprendió que aquellos hombres trabajaban para la Policía. DW no pudo verificar este extremo. Los documentos griegos de Rashid, en principio válidos durante un mes, ya estaban caducados. Según él, durante la cuarentena del coronavirus no tuvo ocasión de renovar su permiso de permanencia porque todas las oficinas estaban cerradas. En la comisaría, la Policía confiscó todos sus objetos. Allí no tuvo que firmar ningún papel. Después fue conducido en un autobús durante horas hasta llegar a la orilla del Maritsas, donde fue obligado a subir a un bote que lo condujo de nuevo a tierras turcas.

Devoluciones sin precedentes

Vassilis Papadopoulos, presidente del Consejo griego de Refugiados y antiguo funcionario de las autoridades migratorias griegas, observa un patrón claro en todo esto. "Lo que sí es nuevo e importante en estas acusaciones –si es que son ciertas- es que se trata de devoluciones en caliente desde el interior del país, e incluso desde un campo de refugiados, sin seguir el debido proceso de asilo", valora Papadopoulos. DW trató de confrontar las alegaciones de devoluciones ilegales con el ministerio griego de Migración y Asilo. El viceministro Giorgos Koumoutsakos nos dijo: "Las acusaciones de violaciones de derechos humanos por parte de las fuerzas de seguridad griegas son falsas, inventadas y no están probadas". Las medidas actuales "son proporcionadas a la actual situación y persiguen fines legítimos, como la protección de la seguridad nacional, así como el orden y la salud públicas", prosigue Koumoutsakos.

Jouma, deportado desde la isla de Samos

En su cuarto intento, el sirio Jouma logró alcanzar Grecia junto con un grupo de migrantes. Durante un par de horas en la mañana del 28 de abril, a Jouma le pareció haber logrado su sueño. Los recién llegados a la isla griega de Samos pensaron que serían trasladados a un campo de refugiados. En lugar de ello, los Policías los detuvieron y confiscaron sus celulares. Trasladaron a los migrantes a un puerto y los repartieron en distintos botes. Jouma recuerda que lo peor fue cómo un bote con motor griego maniobró para empujarlos en dirección a las aguas turcas, mientras la guardia costera turca observaba la situación.  El grupo no fue recogido hasta el mediodía del día siguiente.

Grecia, al igual otros países de la UE como Croacia, se ve desde hace tiempo confrontada con la acusación de llevar a cabo deportaciones ilegales. Para Dimitris Christopoulos, hasta hace poco presidente de la Federación Internacional para los Derechos Humanos, la gravedad de los hechos y el número de testigos arrojan la pregunta de hasta qué punto las autoridades griegas han autorizado las devoluciones y cuánto saben de todo ello las instancias de la UE en Bruselas.

Jürgen Bast, profesor de Derecho europeo en la universidad de Gießen y experto en derecho de asilo y refugiados, describe las devoluciones en caliente como un claro quebrantamiento de la ley. "Es algo que contradice todo lo que prescribe el derecho europeo."

Tiempos difíciles para afganos en Turquía

Ninguno de los jóvenes con los que hablamos fue informado de que debía abandonar Grecia. Tampoco se les dijeron cuáles eran sus derechos. Rashid vive en Estambul y comparte vivienda con otros diez afganos. Como migrante sin papeles en Turquía, sobre él se cierne la amenaza de una deportación inmediata. Estadísticas oficiales muestran que en los dos últimos años fueron detenidos 302.278 afganos en Turquía, el mayor número entre los migrantes irregulares. Desde 2018, se ha vuelto extremadamente difícil para los afganos pedir asilo en Turquía. Para Rashid, este país se ha convertido en un callejón sin salida, por lo que quiere volver a la UE: "No sé qué voy a hacer aquí. Nosotros no somos culpables. Trataré de volver a cruzar la frontera. Debo hacerlo".

(jov)

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