¿Nueva era, nuevas oportunidades?
12 de noviembre de 2004Neue Züricher Zeitung de Ginebra: “El “rais” fue el único representante de los refugiados en la diáspora; los habitantes de Cisjordania y la Franja de Gaza, musulmanes o cristianos, seculares o islamistas. El temor que desata la muerte de Arafat entre los palestinos es que se quiebre la identidad que representaba el “rais”. Ya no podrán volver a encontrar esta identidad en una persona, sino sólo en instituciones que funcionan con legitimación democrática y que hablen y decidan en nombre de todos los palestinos.”
Muere la coartada de Sharon
Le Figaro de París: “El Ejército deberá permitir elecciones libres en Palestina. Los soldados deberán, igual que en 1996, retirarse para que los ciudadanos puedan participar en elecciones sin el temor de una intervención extranjera. El Ejército israelí deberá conceder a los candidatos libertad de movimiento total tanto en los puntos de transición de Cisjordania como en el este de Jerusalén. Arafat jamás logró al cien por ciento la transición del terrorista al jefe de estado. Su muerte podría representar una oportunidad única para la paz. Ya no se puede rechazar negociaciones por despreciar a Arafat como interlocutor. Ariel Sharon ha perdido su coartada.”
En espera de los planes de paz de Israel
Algemeen Dagblad de La Haya: “Su muerte implica una gran responsabilidad para Israel. Israel calificó a Arafat siempre como el mayor obstáculo en el camino hacia la paz, culpándolo de haber rechazado ofertas “generosas” para la paz y alentar el terrorismo. Ahora ha desparecido el obstáculo Arafat. Teóricamente ya no hay ningún impedimento para que Israel reviva sus “generosas propuestas”. Los palestinos no se darán por satisfechos con menos y la paz sólo será posible cuando se haga una propuesta aceptable para ambas partes.”
Sin excusas para la negociación
El País de Madrid: “¿Qué significa en el frente político la desaparición de quien era ya mucho más un mito que un político de carne y hueso? Cabría concluir que, aparentemente, su muerte levanta la hipoteca establecida por el primer ministro israelí y el presidente de EE UU, George W. Bush, cuando ambos dieron en negarle el carácter de interlocutor en el conflicto. El ex general israelí no tiene ahora excusa para oponerse a reanudar las negociaciones, y el titular de la Casa Blanca puede tratar de aprovechar la oportunidad de influir en el nombramiento del sucesor del rais. Aunque la neta victoria de Bush en las elecciones presidenciales del 2 de noviembre le da una autoridad renovada para mediar entre las partes, el pueblo palestino no parece inclinado a contemporizar; nada por debajo de las exigencias de Arafat hallaría suficiente apoyo en la opinión: retirada israelí a las líneas anteriores a 1967 -lo que incluye la Ciudad Vieja- y retorno o compensación negociada a varios millones de refugiados palestinos.”