"El fin del acuerdo con Irán aumentaría el peligro nuclear"
12 de octubre de 2017DW: Señor Nouripour, las cosas no se ven bien para el acuerdo nuclear con Irán. El domingo (15.10.2017) llega a su fin el plazo para la certificación que cada 90 días debe expedir el presidente de Estados Unidos ante el Congreso. Si no se certifica que Irán se atiene a los términos del pacto y que la certificación es en interés de la seguridad nacional de Estados Unidos, el Congreso tiene 60 días para reactivar las sanciones levantadas a raíz del acuerdo. Ya este viernes, Donald Trump presenta su estrategia para Irán. Sus declaraciones pasadas dejan poco lugar a dudas en cuanto a que lo considera "el peor acuerdo de todos los tiempos" y anunciará su salida del pacto, dejando al Congreso la tarea de reactivar las sanciones.
La Alta Encargada de la Unión Europea para las Relaciones Exteriores, Federica Mogherini, insistió en que los europeos "tiene el interés, la responsabilidad y la obligación de mantener el acuerdo nuclear con Irán." Interés, responsabilidad y obligación son buenos e importantes. Pero, ¿cuáles son las posibilidades de que los europeos en verdad salven dicho pacto?
Omid Nouripour: Los europeos deben ser muy claros ante los estadounidenses y decirles de modo inequívoco que resultaríamos masivamente afectados si el acuerdo se disolviera, con todos sus efectos. La seguridad en Europa resultaría gravemente afectada. Es claro que el pacto no es perfecto para ninguna de las partes, pero así son los acuerdos que se alcanzan luego de cansinas negociaciones.
Ahora bien, sin el acuerdo no hay inspecciones en Irán. El final de las inspecciones sería la vía más rápida para que Irán fabrique una bomba nuclear. Además, la anulación del acuerdo y la reactivación de sanciones estadounidenses reforzarían a los halcones en Irán. Esto perjudicaría los esfuerzos de paz para Oriente Próximo. Pero lo principal es que si Irán tiene una bomba, puede darse por seguro que se produciría una espiral de proliferación nuclear en Arabia Saudí, Turquía, y posiblemente, también en Egipto. Esto agregaría potencial de riesgo nuclear a los conflictos en Oriente Próximo. Sería algo catastrófico, sobre todo para los europeos que son vecinos directos de la región. Tenemos que decírselo de manera muy clara a los estadounidenses, por la vía que sea y en el tono necesario. Y de manera urgente, ya.
Hace poco, en su discurso en las Naciones Unidas, Donald Trump se quejó de manera enfática del papel desestabilizador de Irán en la región. Seguramente lo hará de nuevo en su discurso sobre la futura política de Estados Unidos ante Irán, y se referirá a intervenciones iraníes en Irak, Siria y Yemen. ¿Tiene razón el presidente estadounidense al hacer dichos reproches y al demandar mayor presión sobre Irán?
Es verdad que Irán aún lleva a cabo una política regional altamente agresiva. Pero no estoy de acuerdo con la evaluación. Irán juega un papel atroz en Siria y en Líbano. Pero en Yemen, el principal problema es la agresiva política regional de Arabia Saudí. Irán y Arabia Saudí son dos Estados del Golfo Pérsico que viven en mutua paranoia y provocan problemas a muchos otros países.
El problema es que Trump machaca de manera increíble a una sola de las partes. Él vuela a Arabia Saudí, se hace obsequiar estatuas doradas, y al margen recibe el mensaje de que los iraníes son los únicos malos. Así es como él regresa y declara que los saudíes son los que buscan la paz en Oriente Próximo. ¡Esto es absurdo! Solo puedo decir que tanto los estadounidenses como los europeos harían una gran contribución si buscaran la misma distancia hacia Irán y hacia Arabia Saudí. No se trata de idealizar a Irán. La situación de los derechos humanos es indignante, y ya he descrito sus actividades regionales. También las amenazas hacia Israel son inaceptables. Pero también podría elaborar una lista muy grande con cosas malas que hace Arabia Saudí, tanto en los derechos humanos como en materia de política regional, y terminaría por repetir que son los saudíes los que apoyan a los salafistas que en nuestras propias ciudades seducen a nuestros jóvenes para atraerlos al yihadismo.
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Esto significa que tenemos que hablar con ambos lados. Tenemos mucho de que hablar, y naturalmente debemos intentar mediar entre estos dos países que traen tanta violencia a su propia región. Lo que no debemos hacer es machacar sobre una sola de las partes, ni cerrar enormes facturaciones de armamento con los saudíes en operaciones que solo aumentan la escalada de la violencia y el incremento del armamentismo. Es de la más absoluta importancia que hagamos todo lo posible por impedir que la región sufra un contagio nuclear. De eso se trata el acuerdo.
Los europeos han hablado en los meses pasados con los estadounidenses, y de seguro muy intensamente, lo mismo que con sus socios en el Congreso. Pero no hay efectos perceptibles, por lo menos en cuanto a la actitud del presidente. El Congreso mismo, en su mayoría, se opone al acuerdo nuclear. Si en efecto se anula el acuerdo y las sanciones son reactivadas, ¿qué efectos traería esto hacia el muy cautelosamente reanudado intercambio comercial entre Europa e Irán, incluso si europeos, rusos y chinos se mantienen en el pacto?
Naturalmente, se dificultarían mucho las cosas. Pero lo decisivo no es el efecto económico, sino que en Irán los promotores de la mano dura se verían beneficiados. Eso sería muy negativo. No me gusta el actual gobierno moderado de Irán. Su balance en materia de derechos humanos tampoco es satisfactorio. Pero los halcones iraníes son los motores de la agresiva política regional del país.
Si los estadounidenses salen del acuerdo e implementan nuevas sanciones, a los europeos no les quedará de otra más que acercarse a los iraníes junto con China y Rusia, para sondear formas de impedir que también Irán salga del acuerdo. Tenemos que reflexionar y dialogar para definir si hay ofertas capaces de mantener a flote el pacto. No podemos permitir que Irán se arme nuclearmente y que otros países le sigan.
¿Qué consecuencias traería tal estrategia para la relación transatlántica?
Si se me permite algo de cinismo: ese sería el precio a pagar si los estadounidenses no se dignan a tomar en serio los intereses de seguridad nacionales y regionales de los europeos. En tal caso nosotros mismos nos deberíamos ocuparnos de eso, y comunicárselo de manera muy clara a nuestros socios estadounidenses.
Omid Nouripour es diputado por el partido Alianza 90/Los Verdes, así como miembro de la Comisión de Asuntos Exteriores del Bundestag. Nació en Teherán y desde 1988 vive en Alemania.